domingo, 9 de mayo de 2010

Uno de los poetas malditos...

Me hubiera gustado demasiado conocer a Arthur Rimbaud. Sentarme en un café parisino con él y pedirle que me recitase uno de sus poemas. O, quizá, preguntarle acerca de lo que sólo él sabía de su relación con Verlaine. Tal vez pedirle una teoría original y auténtica acerca del decadentismo, no una de esas banales afirmaciones de crítico actual que roza fugazmente un estilo y no llega a vivir su más pura esencia. Es probable que le hubiese extendido un bolígrafo para que firmase bajo su nombre en un ejemplar de Los poetas malditos. Interesarme por sus inicios literarios y susurrar un par de palabras admirativas hacia su artística precocidad. Sugerirle que calificase con una palabra a Baudelaire y me hablase de sus versos favoritos de este autor. Y, más tarde, supongo que estrecharle gentilmente la mano y decirle que le admiro. Mucho.


Yo vi los archipiélagos siderales que el hondo
y delirante cielo abren al bogador.
¿Te recoges tú y duermes en las noches sin fondo,
millón de aves de oro, venidero vigor?

El acre amor me ha henchido de embriagador letargo.
Lloré mucho. Las albas son siempre lacerantes.
Toda luna es atroz y todo sol amargo.
¡Que se rompa mi quilla y vaya al mar cuanto antes!

Si yo ansío algún agua de Europa es la del charco
negro y frío en el cual, al caer la tarde rosa,
en cuclillas y triste, un niño suelta un barco
endeble y delicado como una mariposa.


¿Sabéis cómo descubrí la literatura de Rimbaud? Fue una tontería. Una frase. Le coeur volé, palabras cuyo significado desconocía. Indagando, resultó ser uno de sus primeros poemas. El corazón robado; conociendo la historia, todavía sigue dejándome un regusto a medias amargo, a medias profundo. Ya sabéis, aquello que por el medio incluía ese Oleajes abracadabrantescos tomad mi corazón, que sea salvado y acababa con ¿Cómo actuar, oh corazón robado?

Nota final: Complicado. Unas horas complicadas, pero en estos momentos me resulta indiferente. Tengo ganas de jugar a verme en el centro. Y, a lo tonto, no hago más que escuchar HIM. Rimbaud me está animando... volveré a Baudelaire y su simbolismo en menos que se pronuncia la palabra 'poeta'. Buscando El barco ebrio para poder copiar un fragmento, me he enterado (¡Bendita Wikipedia!) que hay una película sobre el escritor, centrada en su relación con el también autor Paul Verlaine. Creo que la veré; espero que no sea una suerte de cotilleo histórico-literario. Necesito algo que inspire y llene.

2 comentarios:

  1. Aunque (como bien sabes) no me gusta mucho la poesía, sí que había oído hablar de Rimbaud, y la verdad esque su historia me provoca una mezcla extraña entre admiración y repulsión.

    ResponderEliminar
  2. Sí, a mí me pasaba lo mismo con los últimos años de Renée Vivien, una de mis poetisas favoritas. A ver si te veo algún día, señorito, que ya hace.
    Un beso.
    PD: Y si conoces a Rimbaud, busca también a Verlaine... que, para mi gusto, es incluso más interesante y le influyó no poco. Como Baudeaire, que Baudelaire ya es indefinible, increíble, cósmico.

    ResponderEliminar