sábado, 15 de mayo de 2010

Un grito ahogado en la garganta

Un grito ahogado en la garganta
de hiel, de sangre, de seno herido.
Un grito ahogado en la garganta
de recuerdo eterno, de odio, de olvido frágil.
Un grito ahogado en la garganta
me muestra la importancia de la caracola,
me ordena rozar con dedos hipócritas la piel de una sirena
y condena mi ser a arrancar las alas de las mariposas.
Así. Tu ardida respiración de agonías
y mi dolor de agua y de tierra,
tan lejano al azul y a los soles,
tan lejano a tus ojos de humo y niebla,
tan lejano a las palabras que deben volar lejos
tras comprender que en mi pecho jamás hallarán cobijo.
Rota. Ella ha marcado mis labios
con su aliento de escarcha y hojas;
ella ha convertido mi voz en suspiro
y ha arañado el cristal con la oscuridad de la luna.
Por siempre. Un grito ahogado en la garganta
que la quiebra, la destroza, la convierte en aire vacío.
Un grito ahogado en la garganta,
fugitivo que arrasa la tierra quemada y seca,
hoy maldición y sueño, desvelo y angustia.
Un grito ahogado en la garganta,
tan sólo un eco ausente,
perdido en lo profundo de la realidad concreta.


Música para este post: Nothing else matters, versión de Apocalyptica.
Nota final: Tengo demasiadas palabras y, en ocasiones, ninguna. Eso es peligroso. Significa que a veces quiero respirar y que otras no deseo el aire. Significa que la Histeria me hace suya con su hermana la Furia, y ambas me abandonan luego en los brazos crueles de la depresiva Tristeza. ¡Son tan crueles! Venga, busca el silencio. Y me permitiré decirlo claro. Que no vivo en un mundo de piruletas, ni quiero hacerlo. En todo caso, haría que fuesen quebradas. Sí, es verdad. Puede hundirse el planeta. Yo seguiré aquí.

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