martes, 11 de mayo de 2010

Cuatro elementos

Cuatro elementos. Carta, olvido, frenesí y muerte

Puerta y luna de doble rostro aguzado,
hombre y mujer a los pies del olvido,
garza esbelta de cabellos de oro oscuro,
ácido dolor de silencio, palabra y ausencia.

Pálida extensión de aire lento,
hoy respirado por los muertos llorosos;
cadáveres fríos que se desgarran la garganta
con dedos de diamante y de rubí,
cadáveres fríos que gimen tu nombre
en las entrañas de la tierra aún virgen;
cadáveres fríos que se acarician
y encuentran la luz en el clímax del agua.

Caballero de armadura rota,
veo tu caminar perdido, tus pasos de amazona errante,
tus manos alzadas al cielo en una eterna pregunta.
Estúpido.
Ríe. Baila la danza de hierba y de musgo,
asfixia tu tristeza de noche y de estrella,
bebe de las llamas del infierno que acaricia al sol
en uraniana pasión de espuma y viento.
Escóndete en el seno de la diosa
y abraza las sáficas rosas de Pieria.


Nota final:
Nada en especial que deba ser dicho. Estoy creativa, cierto, pero debería dormir un poco más. Pensar un poco menos. Encontrar una salida. Una colección de caóticas dualidades, ¡condenado maniqueísmo de histérica! ¿Y la imagen? Santiago, claro está. Ah, y Cernuda. Donde habite el olvido, allí, allí.

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