sábado, 17 de abril de 2010

Y es extraño...

Este fin de semana parece uno de esos períodos de tiempo tan irreales que es imposible pensar que tienen que ver con la propia vida. Jugar con la realidad, crear varias ficciones necesarias y un par de oscuridades cubiertas de nebulosa, es algo considerablemente peligroso. No quiero detenerme a pensar. No tengo el más mínimo interés en reflexionar acerca de lo que pasará mañana, o en imaginar mi posible caída emocional de dentro de unas pocas horas, o mi posterior euforia. Están siendo unos días sumamente extraños, donde se mezcla una extraña angustia ante la idea de perder lo que no se cree perdido y una latente necesidad de correr durante horas hacia ninguna parte.

Entre libros, música, apuntes y unas cuantas preguntas que formular acerca de la homosexualidad de un autor gallego, cruzo estas horas en una barca inestable. El día ha estado teñido de la perfección de las bailarinas de cristal a las que basta un soplo de brisa para caer al suelo y quebrarse. Y, sin embargo, he tenido una hermosa tarde, con vosotros. Me conozco demasiado bien -decir esto posiblemente signifique que no me conozco en absoluto- como para afirmar que lo que más me perjudica en estos instantes es la tentación de encerrarme y sumergirme en mi mundo, como un oso hibernando o una oruga oculta en su crisálida.

Lo prometido es deuda. Ayer escribí que pensaba emprender esa iniciativa de publicar una imagen y breve comentario de los libros que han llegado recientemente a mí. Me considero una persona de palabra, de modo que con la venia de mi triste y maltratado cable USB, empezaré por la imagen:


He conseguido los dos en un rastrillo, que parece haberse convertido en uno de mis lugares predilectos para encontrar libros interesantes. Desde novelas históricas hasta libros de arte, desde clásico de la literatura hasta fotografía alternativa... simplemente sería feliz viviendo durante varios días en una de estas tiendas de segunda mano, que a veces lo son también de primera. Paso a comentar mis pequeñas adquisiciones. Almodóvar, mon amour, fue seleccionado fundamentalmente por mi creciente acercamiento al cineasta, del cual todavía no he visto toda la filmografía. Me llamó la atención el enfoque del libro y decidí comprarlo. Madame Bovary se reveló una elección mucho menos racional. Había oído hablar del texto y había leído críticas, incluso en mi libro de texto, pero nunca me había decidido a aproximarme a él. Me pareció un buen momento, ¡y aquí me tenéis! Creo que leeré en primer lugar el que versa sobre Almodóvar.

Y, para acabar, debo añadir -pues hoy, para vuestra suerte y mi desgracia, no haré uno de mis patéticos ensayos literarios- una pequeña referencia al CD que estoy escuchando ahora, lo nuevo de Mägo de Oz. No me extenderé realizando aquí una crítica -quizá en otro momento, otro lugar, otro estado de ánimo- pero he de decir que, aunque en esencia no me haya gustado, sí existen partes interesantes. Me ha encantado este fragmento en lo que a mensaje se refiere de Atlantia:

Durante miles de años, los seres humanos hemos podido disfrutar del mejor regalo que los dioses pudieron hacer a ningún ser vivo: la brisa, el viento, el hermano sol y la hermana luna, campos y praderas donde ver crecer a nuestros hijos, amaneceres bañados con el perfume que estornudan las flores de primavera, puestas de sol decoradas con los sueños aún por conseguir y, aunque parezca mentira, inteligencia. Pero el hombre blanco despreció aquel tesoro y, a medida que la vida le sonreía, él le contestaba dándole patadas al destino. Si alguien lee esta carta, que no olvide que el fin de esta civilización se debió al egoísmo, codicia e incultura de la raza humana. Los hombres ya no somos mamíferos; el ser humano no se convirtió en depredador, la raza humana es simplemente un virus: matamos, crecemos y nos multiplicamos. Por eso nos extinguimos, por eso las aguas se tragaron nuestra civilización, la verdadera Atlántida éramos nosotros [...] Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a sí mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario