miércoles, 17 de febrero de 2010

Un pensamiento

Como una hoja desgarrada que el viento mece a voluntad, como una rosa de cristal que se quiebra para siempre, como Dorian hundiendo la daga en su corazón de lienzo y pintura... hoy tengo miedo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Un recuerdo

Las luces y las sombras de un atardecer junto al Prado, las formas suaves de una muchacha, los monstruos que la mente crea frente a la razón y el espíritu de Goya planeando todavía sobre nosotros.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Apareciste

Apareciste. Leve, como un ala de mariposa rozando la piel o la seda deslizándose entre las espinas de las rosas, así apareciste en mi mente de nuevo. Fue sólo un instante. El agua fría en las manos, los ojos somnolientos devolviéndome la imagen de un cadáver desde el espejo y las perspectivas oscuras para un día en el que la monotonía se hace reina y, como la mejor de las prostitutas de Babilonia, seduce al hastío.

Regresaste. Un recuerdo, apenas una fotografía fragmentada, un olor esfumándose, un entrecerrarse de mis párpados frente a una imagen que no es la tuya. Como la última vez que te vi, hermosa, lejana y al mismo tiempo dulce y cálida. Te pregunté el motivo de tu regreso. No me respondiste. Eras tan sólo suavidad entre brumas, blancura de nieves lejanas y dolor de un presente que a menudo se revela demasiado frío. Monotonía de lluvia. Eras tan sólo un recuerdo difuminándose poco a poco en el horizonte, Hylas exánime en las aguas heladas de un arroyo.

Sonreíste. En una esquina del espejo, burlando mis intentos de aproximarme a ti, desapareciste en apenas un instante. Como una diosa, una reina o una ninfa. Mas, cruel, no me obsequiaste con el bien del olvido. Hoy te mostraste ante mí y decidiste quedarte, para siempre, señalar mi pecho con las letras de tu nombre y darme a beber la copa del Leteo a modo de frágil engaño. Pero, ¡estúpida de mí! ¿Quién puede abandonar el recuerdo de tus ojos claros, de tu piel blanca, de tu cálido aliento? ¿Quién puede olvidar tu voz, imaginar siquiera con borrar ese timbre de pájaro libre?

No sé por qué aún en estos instantes te recuerdo. No sé por qué necesito verte de nuevo, por qué todo en mí me obliga a ansiar de nuevo un beso, un abrazo, tu cuerpo junto al mío. No sé por qué creo soñar, cuando sé que tan sólo puedo soñar contigo. Te extraño. ¿Me has oído? Te extraño incluso más de lo que puedas imaginarte, pese a que nunca leerás esto. No entiendo por qué ha regresado hoy tu ausencia, abrazada estrechamente al recuerdo. Olvídame. Lo habrás hecho. Yo a ti no... pero eso no importa.


Nota final: Sí, está dirigido a una persona, pero eso no es importante... sólo se trata de inspiración, o eso prefiero creer. Las últimas semanas están resultando complicadas. Exámenes y una verdadera monotonía que empieza a ahogarme. Sobreviviré.