tú tienes los dedos
mojados y una palabra
cosida
al tobillo izquierdo
y olvidas
las tarjetas de embarque y te levantas
sobre la última vértebra
que articula
la indeterminación de mis pasos
esta noche
no
hace
frío
y las luces soviéticas se vuelven
diminutas
si cierro los párpados y bebo
sangre azul
(yo soy
un cuerpo
diminuto)
la inmensidad
del cielo
engulle trenes bolígrafos
palabras
tantas palabras hechas cristal
sobre mis pupilas
en berlín no hay neones
ni
ciegos
medir los vuelcos
precisos
de la turbina que marca
este tic-tac y correr
entre tuberías y luces, los
techos
como hospitales y un órdago
fluorescente, hundir las
uñas
y reconocer que
esta vez
yo
estoy
respirando
un universo de declinaciones
inexactas para dibujar
tu nombre en la puerta
transparente
del aeropuerto
(arrancarte los párpados
mordisco
a mordisco)
la simplificación
sintáctica
desgarrar el asfalto
yo
ardo
sobre todos estos puentes
(extender schönefeld
al círculo
de nuestros pasos)
la prolongación de mis huesos
rotos
abandona estelas ríos
susurros
sobre la vía
susurros
sobre la vía
diseñar espirales e historias
sobre bizancio, jurar la imposibilidad
de la poesía
escribir a las tres de la mañana
con las venas
inundadas de oxígeno y la vida
desgarrando los alvéolos
entre estas cuatro paredes
escribir así
mientras se espera
el sol
el sol rompe
las ventanas demasiado temprano
para todo y para nada
pero cuando extendemos
schönefeld
al círculo
de nuestros pasos
y nuestros cuerpos
el tiempo es hoy y ayer
el tiempo
es el futuro
descosiendo los labios
y los ojos
llenos de tanta
tanta luz
la metafísica
no existe
si
una carcajada
dibuja
el epicentro
el epicentro
reencontrado
de nuestras voces