viernes, 30 de abril de 2010

A las cinco de la tarde...

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.

El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.

Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde
.



¿Por qué me emociona tanto? ¿Es la música? ¿Es el fragmento del poema en sí? ¿Es el drama de la muerte de Lorca que todavía quiebra?

jueves, 29 de abril de 2010

Te lego...

Pero a ti sólo puedo hacerte heredero de aquello que yo tuve... Te lego la poesía. Te lego las estaciones, sobre todo la primavera y el verano; te lego el viento desencadenado, el sol y la luna; te lego el mar apacible, incluso la tierra que habitamos; las montañas, los ríos y las grandes nubes que viajan majestuosas y livianas. Tú las mirarás y tal vez te acuerdes de la breve amistad. Te lego los árboles y los ágiles seres que en ellos moran, el amor, las lágrimas, la alegría, las estrellas; te lego los sonidos, los cantos, los rumores, la voz de las personas, que es la música más armoniosa...

[Fellini Satyricon, de Federico Fellini.
Film del 1969; extracto del minuto 47-48]



Y es inevitable. Cada vez que veo Satyricon, me gusta más, y más. Como todo en Fellini. Un fascinante, exquisito y provechoso redescubrimiento.

sábado, 24 de abril de 2010

Día del Libro

Con un poco de retraso, quiero desearos un Feliz Día del Libro. No me importa hacerlo un día después; todos deberían ser días del libro, días en los que descubrir lo que hay de mágico en la lectura y la capacidad que tiene ésta de hacernos caer en la cuenta de nuestra divina condición de humanos. Con un libro, se ríe, se llora, se cae en la indignación, se siente miedo. Un libro une, y a veces separa. Convierte el pasado en tiempo próximo y obliga a imaginar el futuro.


Sí, es un pequeño homenaje fotográfico. Sí, son mis autores favoritos. Sí, la cadena significa algo. Sí, necesitaba escribir y fotografiar esta gran tontería.

jueves, 22 de abril de 2010

Touring the Angel

Sí, ya lo tengo en mis manos. En edición especial, con extras, con entrevistas, con documental, con... ¡con todo! Soy una verdadera fanática de Depeche Mode y, queráis que no, la sorpresa no ha sido poca. Ahora sólo queda disfrutar de las más de tres horas de concierto y material extra, que pienso degustar con mucha calma.

[Del website de Depeche Mode en México]

Ah, sí, mi favorita de este concierto... puede escucharse aquí.

miércoles, 21 de abril de 2010

Ponga un Pokemon en su vida


Y esto me recuerda a las largas tardes de primavera con la pierna rota, los álbumes de cromos y el aburrimiento lleno de inquietud que dejé atrás hace mucho tiempo...

domingo, 18 de abril de 2010

Decidir

Los seres humanos lo hacemos. Una y otra vez, furiosa, desmedidamente, a veces sin pensarlo, otras con tal carga de dolor que más valdría dejarse caer en los brazos de la muerte. Decidimos. Todo en nuestra existencia se revela la elección de un camino, de una manera tan inconsciente que aterroriza. Es imposible conocer lo que el futuro nos deparará con un sólo pensamiento y, si he de seros sincera, las cartas del tarot dejaron de funcionar para mí hace mucho. Nunca lo hicieron.

Me siento una inexperta funámbula caminando sobre una cuerda tendida en el vacío, sacudida por la leve brisa, ésa que con tanta frecuencia se convierte en huracán. No sé cuál es el modo perfecto de dar otro paso o qué posición de mi cuerpo me hará permanecer sobre el hielo. Miro hacia abajo y veo lo oscuro, pero la umbría no es más que eso. Sombras. Las mismas que me siguen, que se agazapan a mi espalda y que me esperan al otro lado de la cuerda. Basta alzar la mano para tocarlas, para permitir que se enreden en los dedos, siendo sueño y realidad en su incontestable condición de existentes.

Son tantas las voces que susurran... Hablan, gritan, gimen, ríen, se burlan y se desgarran en súplicas. Todas quieren ser escuchadas, pero sé que tan sólo la mía, la que yace herida tras la eternidad de placentero dolor, me obligará a correr en la dirección correcta. Ella sabrá guiarme, resulta una necedad atreverse a cuestionarlo. Pero, en estos instantes, tan sólo son sombras las que me invitan engañosamente a cerrar los ojos y dejarme llevar al lecho de la inconsciencia. Truenos, luz, brillo, negrura insondable, agua, tierra, hierbas que se enredan en mis tobillos. Tú. Tus palabras. Y el aliento helado que lentamente cuartea mis labios.

Decidir. Sí o no. ¿Por qué gime el viento? ¿Por qué me sacude hasta casi quebrarme? ¿Por qué es tan intenso el frío? Gritaré. Soñaré con la oscuridad que es liviana y lisa, que me envuelve y me acaricia con la ternura de una amante. Tú, tú, tú. Tiendo mis brazos y te busco, pero estoy tan ciega que sólo existe la noche sin luz y sin virgen, sin blanco consuelo de luna. Espera. ¡No! Viajar hacia ninguna parte. Y la cuerda se estremece, se agita, un temblor de brazos en el aire.

Desvanecerse. No existir. ¿Y tu sonrisa? Meta alcanzable en la niebla. Y ahí están. Las palabras, el grito, la respiración. Han regresado. La cuerda se revela firme y el aire me sostiene; soy leve como el mismo suspiro del viento. Corro. Ellas hablan, tú hablas, yo hablo. ¿Somos de nuevo nosotras? Todos lo hacemos. Todos decidimos. Y yo, lo sé con el último paso sobre el hilo de araña, acabo de hacerlo. Me quedo. Tú, tú, tú. Eso es todo.


Nota final: Si alguien ha leído hasta el final, le pido que no tire piedras ni tomates. Ha sido un texto sentido, escrito en un momento complicado, lo que yo denomino un texto-terapia. ¿Lo necesitaba? Posiblemente. Aunque el tono del texto sea algo triste, mi estado de ánimo es tan esperanzador como el final. Tú, tú, tú. Eso es todo.

sábado, 17 de abril de 2010

Y es extraño...

Este fin de semana parece uno de esos períodos de tiempo tan irreales que es imposible pensar que tienen que ver con la propia vida. Jugar con la realidad, crear varias ficciones necesarias y un par de oscuridades cubiertas de nebulosa, es algo considerablemente peligroso. No quiero detenerme a pensar. No tengo el más mínimo interés en reflexionar acerca de lo que pasará mañana, o en imaginar mi posible caída emocional de dentro de unas pocas horas, o mi posterior euforia. Están siendo unos días sumamente extraños, donde se mezcla una extraña angustia ante la idea de perder lo que no se cree perdido y una latente necesidad de correr durante horas hacia ninguna parte.

Entre libros, música, apuntes y unas cuantas preguntas que formular acerca de la homosexualidad de un autor gallego, cruzo estas horas en una barca inestable. El día ha estado teñido de la perfección de las bailarinas de cristal a las que basta un soplo de brisa para caer al suelo y quebrarse. Y, sin embargo, he tenido una hermosa tarde, con vosotros. Me conozco demasiado bien -decir esto posiblemente signifique que no me conozco en absoluto- como para afirmar que lo que más me perjudica en estos instantes es la tentación de encerrarme y sumergirme en mi mundo, como un oso hibernando o una oruga oculta en su crisálida.

Lo prometido es deuda. Ayer escribí que pensaba emprender esa iniciativa de publicar una imagen y breve comentario de los libros que han llegado recientemente a mí. Me considero una persona de palabra, de modo que con la venia de mi triste y maltratado cable USB, empezaré por la imagen:


He conseguido los dos en un rastrillo, que parece haberse convertido en uno de mis lugares predilectos para encontrar libros interesantes. Desde novelas históricas hasta libros de arte, desde clásico de la literatura hasta fotografía alternativa... simplemente sería feliz viviendo durante varios días en una de estas tiendas de segunda mano, que a veces lo son también de primera. Paso a comentar mis pequeñas adquisiciones. Almodóvar, mon amour, fue seleccionado fundamentalmente por mi creciente acercamiento al cineasta, del cual todavía no he visto toda la filmografía. Me llamó la atención el enfoque del libro y decidí comprarlo. Madame Bovary se reveló una elección mucho menos racional. Había oído hablar del texto y había leído críticas, incluso en mi libro de texto, pero nunca me había decidido a aproximarme a él. Me pareció un buen momento, ¡y aquí me tenéis! Creo que leeré en primer lugar el que versa sobre Almodóvar.

Y, para acabar, debo añadir -pues hoy, para vuestra suerte y mi desgracia, no haré uno de mis patéticos ensayos literarios- una pequeña referencia al CD que estoy escuchando ahora, lo nuevo de Mägo de Oz. No me extenderé realizando aquí una crítica -quizá en otro momento, otro lugar, otro estado de ánimo- pero he de decir que, aunque en esencia no me haya gustado, sí existen partes interesantes. Me ha encantado este fragmento en lo que a mensaje se refiere de Atlantia:

Durante miles de años, los seres humanos hemos podido disfrutar del mejor regalo que los dioses pudieron hacer a ningún ser vivo: la brisa, el viento, el hermano sol y la hermana luna, campos y praderas donde ver crecer a nuestros hijos, amaneceres bañados con el perfume que estornudan las flores de primavera, puestas de sol decoradas con los sueños aún por conseguir y, aunque parezca mentira, inteligencia. Pero el hombre blanco despreció aquel tesoro y, a medida que la vida le sonreía, él le contestaba dándole patadas al destino. Si alguien lee esta carta, que no olvide que el fin de esta civilización se debió al egoísmo, codicia e incultura de la raza humana. Los hombres ya no somos mamíferos; el ser humano no se convirtió en depredador, la raza humana es simplemente un virus: matamos, crecemos y nos multiplicamos. Por eso nos extinguimos, por eso las aguas se tragaron nuestra civilización, la verdadera Atlántida éramos nosotros [...] Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a sí mismos.

viernes, 16 de abril de 2010

Cuestión de voces

Detesto la listas. Creo que es de las pocas cosas de este planeta que odio verdaderamente y que no soy capaz de tener ante mí. Listas de la compra, de ejercicios, de tareas, de libros, de los mejores cineastas, de los que deben congratularse por haber sido admitidos en un puesto de trabajo, de los pacientes que recibirán un trasplante, de las funciones del mando a distancia, de los dogmas de fe de una nueva religión o de los caóticos pensamientos que inundan mi cabeza. No importa. Simplemente las detesto. Y hoy, sin embargo, quiero hacer una lista breve, la de las voces del panorama musical que más me han marcado. Digo voces, lo que excluye estilos, canciones, letras, sonidos, instrumentos, aspecto, temática y un largo etcétera de condicionantes. No son las más famosas, quizá tampoco las mejores, pero sí las que me han llegado de una manera más personal.

Tarja Turunen. Simplemente imposible de definir. Conocí su música gracias a Nightwish, grupo con el que tiene no pocos CDs. Ahora canta en solitario -mal cambio de vocalista para Nightwish, no podía dejar de decirlo- y sigue cosechando un éxito semejante. Me impresiona su lírica y operística voz, el aporte que hace al mundo del metal gótico; me enamoran sus notas tan elevadas, su impresionante chorro de voz que obliga a quien la escucha a experimentar ese característico erizamiento de la piel. De sus discos en solitario, me quedo con Enough y Die alive. De su época con Nightwish, inevitablemente me enamoré de Nemo, de Dark chest of wonders y de Wish I had an angel. Las letras me gustan, así como la parte instrumental y la composición en sí, pero la voz de Tarja me impresiona demasiado. Y, en las que implican al grupo Nightwish... Nightwish es de mis favoritos, otra de esas máximas innegables. Para recordar, aquello de Nemo my name forever more...

Martin Gore. Supongo que es una de esas voces que jamás esperé encontrar en el contexto en que la hallé, algo que ocurre con más frecuencia de la que una puede esperarse. Recuerdo que estaba jugueteando con el portátil, echando un vistazo a la música que mi primo me había transferido sin poner mayor interés en ello, cuando encontré un grupo. Depeche Mode. La primera canción fue Master and servant y, después, Somebody. Leyendo un poco más sobre el asunto, situé un poco más al propietario de aquella voz que tanto me había llamado la atención, especialmente en Somebody, una canción que hoy día sigue siendo protagonista y testigo de mis mejores y mis peores momentos. Importante motor creativo de Depeche Mode, vocalista y unos cuantos rasgos más, la mayor parte de su carrera tiene que ver con Depeche, pero conozco algún CD en solitario que me encanta. Si alguien me preguntase que me gusta de la voz de Martin Gore, posiblemente afirmaría -eso hago- que no es ni excelencia técnica ni florituras barrocas dignas de halago, sino su timbre. Simple y llanamente. Una característica intrínseca, difícil de definir y de medir, pero que captura. Además de las que he mencionado, me gusta People are people. Para recordar, aquello de I can't understand what makes a man hate another man, help me understand...

Mónica Naranjo. No podía faltar. El primer disco que escuché de esta mujer fue Palabra de mujer, que tatareaba yo cuando tenía... ¿seis años? No estoy muy segura. Pero, si puedo afirmar algo con clara rotundidad, es que siempre me ha causado una rara fascinación. La manera en que cambia de altura y juega con los estilos, la expresividad de su voz y la incontestable intensidad de ésta. Cuando Mónica canta, no puedo evitar sentir una especie de necesidad de silencio casi sagrado, como si en ese momento tan sólo fuese preciso dejarse llevar y permitir que los tonos pareciesen reverberar en el propio interior. Me gustan sus canciones lentas y aquellas más rápidas, tanto por sus temas como por, de manera incuestionable, su voz. Y, así, me he emocionado muchas veces con Sobreviviré, que es casi un himno, y llenado de una tranquila melancolía con Miedo. Europa, quizá, y, aunque peque de poco conocida, Eva, en la que su voz me parece tan suave, tan leve, y al mismo tiempo tan presente y extraordinariamente efímera... una nota que se une a otra nota, y otra impresionante canción de la que disfrutar. Para recordar, aquello de Seco mi cara y miro al mar, pasan los días y las horas sin saber qué hacer...

Tilo Wolff. Llegar a la música de este hombre -y, por tanto, a la de Lacrimosa- fue producto de otra casualidad y de los milagros de Youtube. Inicialmente, he de decir que no se convirtieron en mis canciones favoritas, pero progresivamente me fui enganchando. Me ocurre algo parecido que con la voz de Martin Gore. Es algo intrínseco y difícil de describir, un rasgo, un detalle que se escapa, y que me emociona verdaderamente. Me gusta cómo juega con los distintos tonos, lo melódico y lo casi gutural de los diferentes momentos, el modo en que maneja su voz hasta convertirla en un susurro con un toque fantasmagórico y casi inocente para alzarla de nuevo y llevarla a un tono más regular. Sí, me emociona, me hace sentir, no me permite quedarme indiferente. Y, en el fondo, el hecho de que cante mayoritariamente en alemán le aporta un toque especial a los distintos tracks. Pocas veces la fonética de una lengua y la excelencia de una voz se habían dado la mano de semejante forma. ¿Con qué canciones me quedo? Es imposible olvidar Lichgestalt y Alleine zu zweit. Lacrimosa, en conjunto, es un grupo impresionante, pionero en el género del metal gótico y altamente recomendable. Para recordar, aquello de Am ende der wahrheit, am ende des Lichts, am ende der liebe, am ende da stehst du... (o, lo que es lo mismo: Al final de la verdad, al final de las luces, al final del amor, allí estás tú...)

Butterfly Boucher. La descubrí de forma muy reciente y me enamoré de su voz desde la primera canción, simplemente pasó a mi lista de favoritos automáticamente. Ese timbre tan especial que se apoya en un estilo sumergido en el indie; esas letras que, unidas a su particular voz, suscitan y sugieren, permanecen en la memoria sea o no la intención de quien las escuche... resulta imposible sustraerse a su aura. Posiblemente no sea la mejor cantante de su estilo, tampoco la más famosa, ni siquiera la número cinco en las listas de ventas, pero su voz posee algo mágico y permanece en el recuerdo. Me quedo con Life is short, cuya música y letra me subyugan; con Keeper y I can't make me. Para recordar, aquello de All things said and plenty done...life's too short...

Mika. Inicialmente, no me gustó nada su estilo y, de hecho, llegué a tacharlo de puramente comercial sin haberlo escuchado realmente antes. Sin embargo, hecha la inmersión en los dos álbumes que ha sacado hasta ahora, he de decir que su voz me ha dejado una clara huella y que me encantan los distintos registros que domina, fascinándome sus notas más agudas. Quizá el estilo de alguna de sus canciones no haya llegado a tocarme con profundidad, quizá otras me resultan un tanto insulsas, pero no puedo negar que, en esencia, está empezando a gustarme mucho su voz y su creatividad a la hora de emplearla. Me llama la atención el sentido general de sus dos discos y el hecho de que éste exista; hay algo en su música que, quizá no fragmento por fragmento, pero sí en su conjunto, grita el confuso concepto de 'arte'. ¿Canciones favoritas? Relax, todo un clásico; Any other world, canción que me sacude profundamente y cuyo piano me suscita emociones bastante cercanas a una especie de sentimentalismo racional (¿por qué escribo cosas tan raras?) y Blame it on the girls, que me encanta por la introducción de la música concreta en determinados momentos. Para recordar aquello de So human as I am, I had to give up my defences...

Notas finales: ¡Un poco de orden! Podríamos decir que el día de hoy ha sido extrañamente progresivo. Me desperté con ganas de leer a Albert Camus hasta caerme muerta, pero ciertas personas ayudaron a que las cosas mejorasen. Ese bajo humor que poco a poco se esfuma aunque no debiese hacerlo... exactamente eso. Una tarde perfecta, una noche agradable y un reencuentro con personas que llevaba tiempo sin ver. A esto tengo que añadir que no paro con Lacrimosa y Vetusta Morla, pues palían en parte estos momentos en los que tengo una mezcla de apatía y euforia decididamente extraña. ¡Ah, antes de marcharme! Posiblemente a partir de mañana incorpore una pequeña sección al blog. Consiste en, cada semana, o cada dos semanas, o cuando se tercie, escribir una entrada mostrando los libros recibidos recientemente y que serán leídos en breves, haciendo un comentario de los aspectos 'preliminares'. Creo que la iniciativa original se llamaba IMB (In my Mail Box), pero no estoy segura. Le añadiré algo nuevo... la opinión sobre los últimos leídos. Me dará trabajo, pero merece la pena. Y, mientras tanto, el curso sigue irremediable su marcha. En ocasiones me acuerdo de un fotograma de una película de Charles Chaplin en torno al progreso y me surgen unas ideas comparativas que debería anotar de una vez.

jueves, 15 de abril de 2010

Elas endexamáis acadan o silencio

Elas endexamáis acadan o silencio. Caos, primixenio desorde, continuo bulir de confusos sons e ordes claras. Falan, e eu escoito, Karla, porque non é fácil sustraerse a elas. Son malvadas, taimadas e posuidoras do máis impresionante enxeño. Cando se sinten ignoradas, toman a acertada decisión de empequenecerse ate convertirse en apenas un murmullo e, no intre no que teño a osadía de pensar que me abandonaron para sempre, alzánse cun ímpeto antes descoñecido, arrasan a miña mente e máis a miña cordura, derriban toda barreira o defensa.
Bótote de menos. Os teus sorrisos, a túa voz suave e agarimosa, os teus bicos e o arrecendo dos teus cabelos. Boto de menos os paseos polo parque e as risas na beira do río, as visitas á casa abandonada do teu pobo e o morno sol do solpor derramándose sobre ti e máis eu, alí, ao pé de catedral, esculpidos pola luz de deus como un par de santos caídos do ceo. Pero, en realidade, o que máis extraño son as túas palabras. Empregándoas, eras quen de alonxalas, a elas, ás que nunca calan, e supoño que por iso sentíronse celosas de ti. Porque te quería, Karla, e continuarei queréndote; se na miña existencia existe un atisbo de certeza, dende logo este é o amor que sinto hacia ti.
E, sen embargo, no intre que tento lembrarte, quizáis acadar un álbum cheo de fotografías ou o vello teléfono oculto polo polvo sobre a mesa, elas berran, desgárranse e vólvenme tolo. Din que foste unha ilusión, afirman coa rotundidade dun científico ou dun filósofo que o vago recordo das túas mans aferradas ás miñas é tan só unha quimera. Sei que minten, Karla, pero con cada día que pasa, con cada hora que se desliza imitando a lentitude do veleno ao corroer as entrañas, decátome de que as miñas certezas se debilitan e caen como castelos construidos no aire. Xa non podo saber quen son e, sen embargo, teño o presentimento de que morrerei lembrándote, co teu nome nos beizos, como facían os heroes antigos.
A quen pretendo enganar? Nada teño de heroe. Ti ben o sabes, Karla, ti falabas do demo que se ocultou en min, que me levou con el e me fixo o seu prisioneiro. Pero estabas equivocada. Non era o demo, pois el non presta atención aos fútiles asuntos dos mortais, ocupado como está na súa loita co seu natural opoñente, ese deus do que tanto oín falar e que xamáis veu a verme.
Eran elas, que xa naquel tempo comezaban a trazar os seus feitizos de perigosas fadas. Non chegaron, non fun eu quen abriu a porta dando unha cálida benvida, porque estaban xa dentro de min. Naceron conmigo e alimentáronse da miña carne e da miña alma, fixéronse un só ser coa miña mente. Sempre foron parte de min, no seu silencio antergo e nesas palabras que, agora o sei, xamáis se mergullarán no silencio, aínda que ás veces se agochen e finxan desaparecer. Ti abandonaches o ar que respiro para sempre; elas serán as miñas eternas compañeiras.


Sons que acompañan este post: Lichgestalt, Lacrimosa.
Nota final: Esta vez trátase do fragmento inicial dun relato, titulado de xeito provisional Karla, que pensaba presentar nalgunha parte, pero logo tomei outra decisión e quedou dúas semanas perdido no meu disco duro. Hoxe atopeino e continueino uns poucos parágrafos; decidirei más tarde se engadir o desenrolo e o desenlace. Aínda non o sei, se teño que flar -escribir- cun asomo de sinceridade. O río da escrita dirá. En todo caso, é unha breve historia con pouco sentido, bastante mensaxe e sabor amargo; todo o que hai de fermoso na vida ten sabor amargo moi ao fondo, resulta innegable.

miércoles, 14 de abril de 2010

Nightmare

Alguien debería explicarme en virtud de qué extraña razón la película que en su día me dio verdadero miedo -y es de las pocas- se convierte ahora en uno de mis clásicos del cine de terror favoritos. ¿Sabéis una cosa? Que me muero de ganas de ver el remake de Pesadilla en Elm Street. Y sí, es cierto. También de estrecharle la mano a Freddy.


One, two, Freddy's coming for you.
Three, four, better lock your door.
Five, six, grab your crucifix.
Seven, eight, better stay awake.
Nine, ten, never sleep again.

miércoles, 7 de abril de 2010

Sí, como un loco

Hay pocos artistas que me hayan llegado tan profundamente como Pier Paolo Pasolini. Descubrí su obra a causa de su faceta de cineasta, me fasciné con sus Cuentos de Canterbury, redescubrí a Medea en la interpretación de Maria Callas, lamenté su pronto e injusto final y, más adelante, me sumergí en su literatura. Poesía, ensayo casi político, ideas estéticas, narrativa... todo en Pasolini merece una revisión. Especialmente sus películas, para qué negarlo. Una de ellas está basada en una novela del mismo director, ¿se puede pedir mayor armonía entre la idea original y su reinterpretación? En el fondo, se trata de lenguajes diferentes, pero no es difícil sucumbir a la tentación de ver o leer una vez más el genial Teorema. Hoy lo he recordado, he vuelto a ver la película y me he decidido a copiar uno de mis fragmentos favoritos. ¿Una sugerencia? Descubrid a Pasolini -y a Fellini- en italiano, siempre en versión original.

"Es muy grande el montón de dibujos y pinturas dentro del cuarto de Pedro, que ha vuelto a las pequeñas dimensiones y por eso ha regresado al in­terior. Inspirado, enloquecido, arrebatado, el mu­chacho está inclinado, de rodillas, sobre su mate­rial que, esta vez, está apoyado sobre una especie de atril. Y como ese material es transparente, po­dría verse a Pedro a través del cuadro que pinta. Cuando acaba de pintar el primer vidrio, en silen­cio, Pedro apoya sobre él un segundo vidrio, de manera que sobre el primer cuadro, monocromo, se transparente la monocromía del segundo.
Durante esta operación, los movimientos de Pe­dro son mecánicos e inspirados; su voz, que los comenta infatigable, ha perdido todo color: baja, apenas perceptible, sigue puntualmente los movi­mientos.
Hay que inventar nuevas técnicas que sean irreconocibles, que no se parezcan a ninguna operación precedente, para evitar así la puerilidad y el ridículo. Hay que construirse un mundo propio, con el cual no haya comparaciones posibles. Para el cual no existan medidas de juicio anteriores. Las medidas deben ser nuevas, como la técnica. Ninguno debe entender que el autor no vale nada, que es un ser anormal, inferior, que es como un gusano que se retuerce para sobrevivir. Ninguno debe pescarlo en falta de ingenuidad. Todo debe presentarse como perfecto, basado sobre reglas desconocidas y, por lo tanto, imposibles de juzgar. Como un loco; sí, como un loco. Vidrio sobre vidrio, porque Pedro no es capaz de corregir, pero ninguno debe advertirlo. Un trazo sobre un vidrio corrige, sin ensuciarlo, otro trazo antes pintado sobre otro vidrio. Pero todos deberán creer que no es el ardid de un incapaz, de un impotente, sino una decisión resuelta, impertérrita, altiva y casi feroz: una técnica apenas inventada y ya in­sustituible. O bien celofán o gasa pegados sobre vidrio, y el todo transparente sobre unos cuantos trazos que, por casualidad, han salido bien sobre el cartón, después de mil ensayos penosos y mil otros cartones desgarrados.
Nadie debe saber que un trazo sale bien por ca­sualidad. Por casualidad, con temor: y que cuan­do un trazo, por milagro, sale bien, hay que pro­tegerlo y custodiarlo como en una reliquia. Pero nadie, nadie debe advertirlo. El autor es un pobre idiota tembloroso. Un desecho. Vive en el azar y el riesgo, avergonzado como un niño. Ha redu­cido su vida a la absurda melancolía de quien vive degradado por la impresión de algo perdido para siempre".

[Teorema, Pier Paolo Pasolini]


lunes, 5 de abril de 2010

Mi Semana Santa cultural...

...o de cómo llenar un post de paranoias a mi más puro estilo.

Siempre que estoy de vacaciones me ocurre lo mismo. Con tanto tiempo libre por delante y sintiéndome, al mismo tiempo, extraordinariamente libre fuera de las líneas rectas y los exactos cuadraditos del mundo de la escuela, acabo sumergiéndome en un buen montón de libros, películas, canciones, comics y demás formas de expresión definitivamente artística. Por eso, al acabar cada período (Navidades, Semana Santa,…), por más que deteste lista y clasificaciones, siempre me anoto títulos y reflexiones que me han marcado. Aunque, por supuesto, es para vosotr@s, mis lector@s, también es un pequeño regalo que me hago. Sé que, en unos meses, cuando empiece las vacaciones de verano o cuando quiera encontrarme a mí misma, regresaré por aquí. Empecemos, pues.

No ha sido un elevado número de libros, pero sí horas de lectura para degustar. El falsificador de pasaportes, de Cioma Schöaenls. En si, no es una obra de gran maestría literaria ni un alarde de perfección en el arte de narrar. Su atractivo reside en su calidad de novela autobiográfica; el autor narra su experiencia como judío de ascendencia rusa que sobrevivió en la II Guerra Mundial gracias a sus falsificaciones. ¿Recomendable? Sí, sin duda. A esto tenemos que añadir La pasión según G.H., una novela que me compré en Berkana en octubre de 2009 y que había leído al menos en parte, pero sobre la que deseaba volver y degustar otra vez con calma, al ritmo de música de Enigma. Me fascina la manera que tiene Clarice Linspector de sumergir a su lector en su universo, de jugar con las palabras componiendo un texto literariamente maduro y profunda. Una delicia para saborear con calma. Renée Vivien ha sido mi tercera parada. Ya había leído cosas de ella, pero por fin he conseguido una edición de sus poemas aceptable. Miento: dos ediciones, pero una de ellas traducida simplemente al inglés. Dijeron de ella que era la Wilde francesa y quizá no les faltase razón, pero para mí tiene un espíritu muy propio. Amo sus versos, su manera de cantar a la amada, de sufrir y de ensalzar. Y ahora estoy empezando con Las olas de Virginia Woolf, ya os contaré, porque ciertamente promete.

¿Y música? Escucho una media de siete u ocho horas diarias de música, de manera que a nadie debería extrañarle que tenga mis novedades en este ámbito, aunque siga tan… indefinible como siempre. Quiero destacar Mandalay, con sus dos primeros álbumes de estilo trip hop (un estilo que, debo confesarlo, desconocía por completo; Wikipedia, por suerte, es mágica). Me transporta a otro lugar, me obliga casi automáticamente a cerrar los ojos y dejarme ir. En ese sentido es como Enigma y su Mea Culpa. Mika ha sido otro descubrimiento o, quizá, redescubrimiento. Lo cierto es que nunca me había gustado demasiado, pero después de comprar de oferta su último CD, hay algo en su voz, en sus ritmos, en sus recursos e incluso en su estética que me encanta. Me quedo con Blame it on the girls y sus reminiscencias a música concreta (ah, ese hermoso siglo XX…). Y, por supuesto, Deluxe. Me encanta el indie español y había oído hablar de la música de este chico (que, además, es coruñés), pero nunca había escuchado nada de él conscientemente. Vagancia, supongo. Tengo que decir que su Que no me ha dejado con la boca abierta aunque no se lleve la palma de la excelencia musical y que el estribillo parece ponerle banda sonora a una parte de mi vida y de mi ser. Creo que nunca me olvidaré de ese Decirle a la gente que no… No intentes hacerme cambiar, no me pidas ese favor, siento decirte que no…

He vuelto a ver parte de la filmografía de Tim Burton y llegado a la conclusión de que Eduardo Manostijeras sigue pareciéndome uno de mis personajes favoritos. Siempre me emociono un poco con esa película y con todos sus mensajes. Cada vez que la veo, me digo que mataría por una entrevista con Tim Burton acerca de este filme (bueno, y de todos los suyos, si hay ocasión). Además, he buscado mi lista de películas pendientes del último LesGai de Madrid y he acabado con Affinity (basada en la increíble novela de Sarah Waters) y The World Unseen, que me ha gustado muchísimo. Tenemos que añadir el anime de Nana, del que me habían hablado, pero que no llegué a ver hasta esta Semana Santa. La vida de dos jóvenes con igual nombre y personalidad casi opuesta, una de ellas cantante de un grupo de rock-punk. La psicología de los personajes está trabajada, el dibujo es genial… ¿se puede pedir más? Ah, sí, una buena banda sonora. Pues también la tiene.


Y, para acabar, le he echado un vistazo a un compendio literario, fotográfico y no sé cuántas cosas más un tanto dadaístas que todavía no he podido leer con calma y que me ha dejado un tanto fascinada. Un café en el Bristol y una serie de reflexiones (y lo que no son reflexiones ni necesitan serlo) estéticas a las que necesito volver. Mike, si estás leyendo esto, que sepas que el fin de semana que viene, o el que le sucede, te exigiré el libro de Kahlo.

domingo, 4 de abril de 2010

El anciano de la silla abandonada

Era un anciano de larga barba, como siempre me he imaginado a los rabinos judíos que nunca sobrevivieron a la Shoa. Llevaba en su carrito libros que hablaban de lo hermoso del hombre y, con ayuda de una de sus manos, débil como un junco frente a la tormenta, transportaba una silla plegable. Se levantó de ella para dirigirse a nosotros y explicarnos cómo el ser humano puede conseguir lo mejor de sus cualidades o lo que un grupo de iluminados -esos a los que deploramos con tanta frecuencia- expresan sobre la felicidad humana. Abandonó por instantes su silla, sola frente a la lluvia, esa lluvia que anega la piedra y que un día arrastrará al frágil anciano, pero que igualmente nos reclamará con el débil susurro de la muerte.



Nota final: Resulta increíble la de cosas que una llega a pensar y aprender en una mañana que transcurre fría y lluviosa bajo los soportales de la mística ciudad de Santiago.

sábado, 3 de abril de 2010

Quiero

Quiero beber a la luz de la luna una taza de capuccino con espuma clara y un corazón desdibujado. Quiero perderme en los versos de algún artista lo bastante loco para capturarme en sus redes de ilusión y de engaño. Quiero postrarme ante un cuadro de Caravaggio y grabar en mi mente la perversa e inocente sonrisa de su Eros. Quiero ver una película complicada e incomprensible, escandalosa y provocadora, pero con tal profundidad que me arrastre irremediablemente a las lágrimas. Quiero emocionarme verdaderamente. Quiero escuchar las cuerdas de un violín en el canto del cisne que muere al alba, alcanzando el agudísimo tono del inicio de una obra de Borodín. Quiero que alguien me narre una historia tan extraordinariamente subyugadora, que no pueda sino dejar de pensar y fundirme en ella. Quiero fotografiar los ojos claros de un gato a la luz del mediodía ártico y la desnudez de una cortesana japonesa rodeada de orquídeas. Quiero sumergirme en un anime profundamente esteticista, con una banda sonora que despierte algo dentro de mí y unos personajes que me hagan pensar durante horas. Quiero gritar frente al mar y arrojarme entre las olas de espuma viva para, sin aire, respirar profundamente. Quiero escribir hasta quedarme sin tinta y sin alma, plasmar mi vida y reinventarla, crear algo capaz de llenar el vacío del atardecer. Quiero danzar bajo la lluvia con el cabello suelto y corto, ni hombre ni mujer, ni siquiera persona. Quiero existir y, al mismo tiempo, desparecer para siempre.


Banda sonora de este texto: It's enough now, Mandalay.
Imagen: Visita a Santiago, marzo de 2010.
Nota final: Un estado de ánimo demasiado extraño, desde luego. Hoy no ha sido el mejor día, tampoco el peor... bueno, quizá sí, si exceptuamos la tarde perfecta. Sólo que la lejanía me lastima, que necesito con urgencia un nuevo viaje a Cambados, que a veces me canso de no tener metafórica casa en la que refugiarme; y que necesito, y esto es cierto, leer a Virginia Woolf con urgencia. Ella, Lorca, Wilde y Renée Vivien son la mejor de las drogas literarias.

viernes, 2 de abril de 2010

Poesía

Poesía. Maldita, soñada, aprendida, manipulada, vendida, comprada, entregada, subestimada, prohibida, ensalzada, adorada, reverenciada. Vivida. Quien se decide a escribir poemas se arroja sin remisión al grato abismo del desvelo y la feliz amargura. Voluntariamente, se obliga a mirarse en el espejo, ese espejo que a veces permite la más favorable distorsión de la realidad y que otras juega con la mente para dañar en autodestructiva ansia de dolor. Es ése el punto -donde lo ficticio y lo real se juntan, donde el palpable frío del mar y la hermosura de éste hacen rozar su calidad de extremos- en que surge el irremediable estallido. El trueno, la tempestad calma, el brillo repentino y fugaz, la avalancha de cristales de hielo. Y el ansia. De escribir, de tomar la pluma o el teclado, trazando palabras y letras imposibles, difíciles de escoger y, al tiempo, de reprimir y obligar a quedarse adheridas al papel; de impedir una nueva huida de lo expresado hacia la mente creadora. Quien escribe poesía, se sumerge en su propio ser; puede, por unos instantes, ser ese dios que ve y conoce aquello de sí mismo que con tanta frecuencia le es negado. Quien escribe poesía, se descubre y se observa, se asoma a lo que jamás antes se atrevió a ver. Quien escribe poesía aprende a vivir.


Nota final: La Semana Santa está resultando simplemente increíble. Mi Gaylle, el gran picnic, Santiago lloviendo (Chove en Santiago, meu doce amor...), Cambados contigo... ¿se puede pedir más? Estoy extraordinariamente prolífica en lo que a escribir se refiere y, aún así, no acabo de centrar ideas. Leo a Renée Vivien y a Lorca de forma obsesiva y doy vueltas a un nuevo proyecto literario, quizá retomar cierta novelilla... aún no lo sé. Y, además, con Yuri -mi cámara, queridos, mi cámara- estoy disfrutando de unas excursiones cuanto menos artísticas.