miércoles, 23 de junio de 2010

"Tienes ante ti a un poeta. Te preguntarás por qué voy vestido tan pobremente; precisamente, porque la pasión por el arte jamás ha enriquecido a nadie. No comprendo el porqué, pero la pobreza ha sido siempre hermana del genio [...] Las obras que ves en esta pinacoteca delatan el actual letargo... obras así nadie sabe plasmarlas hoy. Y, ¿por qué ha sido provocada esta revolución? Por la avidez de dinero. Tiempo atrás, el ideal de los hombres era la virtud pura y simple, y, por ello, florecían las artes. Eudosio envejeció en una montaña estudiando los astros, Lisipo observó toda la vida la misma pauta y murió de hambre. Nosotros, en cambio, entre vino y rameras, ni siquiera sabemos distinguir las obras maestras. Pero, ¿dónde está la dialéctica? ¿Qué se ha hecho de la astronomía? ¿Dónde está la filosofía que una vez fue camino real? Ah, no te sorprendas, joven amigo, de que la pintura esté acabada, ya que es más bello a nuestros ojos un montón de dinero que todas las obras de Apele de Fidias".


¿Por qué me parece tan actual? ¿Por qué me deja con un gesto extrañamente meditativo? ¿Por qué me inspira de forma natural un texto propio? ¿Por qué me hace pensar en actitudes creadoras y reglas sociales? ¿Por qué me parece merecedor de visionado y lectura, y alabanza? Lo más importante: ¿por qué cada vez que inicio un período vacacional, veo de nuevo Fellini Satyricon? Ah, este verano, en cambio, toca Visconti a fondo.

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