domingo, 27 de diciembre de 2009

A medio camino de París

Mientras tanto, Grenuille estaba a medio camino de París. Le quedaba suficiente perfume para esclavizar al mundo entero si hubiera querido. Habría podido entrar en Versalles y poner al Rey a sus pies. Habría podido escribir una carta perfumada al Papa y revelarse como el nuevo Mesías. Habría podido hacer todo esto y más si lo hubiera deseado. Poseía un poder más fuerte que el dinero, el terror o la muerte: el invencible poder de dominar el amor de la Humanidad.

Sólo había una cosa que el perfume no podía hacer. No podía convertirle en una persona capaz de amar y ser amada como las demás. Y pensó... Al diablo con todo, con el perfume y con él mismo.


[Extracto final de la película El perfume,
basada en la novela homónima de Patrick Suskind]

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