viernes, 27 de julio de 2012

schönefeld


tú tienes los dedos
mojados y una palabra
cosida
al tobillo izquierdo
y olvidas
las tarjetas de embarque y te levantas
sobre la última vértebra
que articula
la indeterminación de mis pasos

esta noche
no
hace
frío
y las luces soviéticas se vuelven
diminutas
si cierro los párpados y bebo
sangre azul

(yo soy
un cuerpo
diminuto)

la inmensidad
del cielo
engulle trenes bolígrafos
palabras
tantas palabras hechas cristal
sobre mis pupilas

en berlín no hay neones
ni
ciegos

medir los vuelcos
precisos
de la turbina que marca
este tic-tac y correr
entre tuberías y luces, los techos
como hospitales y un órdago
fluorescente, hundir las uñas
y reconocer que
esta vez
yo
estoy
respirando

un universo de declinaciones
inexactas para dibujar
tu nombre en la puerta
transparente
del aeropuerto

(arrancarte los párpados
mordisco
a mordisco)

la simplificación sintáctica

desgarrar el asfalto

yo
ardo
sobre todos estos puentes

(extender schönefeld
al círculo
de nuestros pasos)

la prolongación de mis huesos
rotos
abandona estelas ríos
susurros
sobre la vía

diseñar espirales e historias
sobre bizancio, jurar la imposibilidad
de la poesía

escribir a las tres de la mañana
con las venas
inundadas de oxígeno y la vida
desgarrando los alvéolos
entre estas cuatro paredes

escribir así
mientras se espera
el sol

el sol rompe
las ventanas demasiado temprano
para todo y para nada
pero cuando extendemos
schönefeld
al círculo
de nuestros pasos
y nuestros cuerpos
el tiempo es hoy y ayer
el tiempo
es el futuro
descosiendo los labios
y los ojos
llenos de tanta
tanta luz

la metafísica
no existe
si
una carcajada
dibuja
el epicentro
reencontrado
de nuestras voces


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