sábado, 2 de junio de 2012

no podemos olvidar irlanda

 ahora mismo vamos
a salir de esta casa y romper todas las luces
de nuestra generación
órdenes de desahucio clavadas en cada puerta mientras
avanzamos metro a metro, golondrina a
golondrina por la línea divisoria de los acantilados

desalojamos a los sacerdotes de las iglesias
las iglesias permanecerán cerradas mientras no respondan al
sufrimiento humano
poco a poco
iremos disolviendo los andamios que estructuran
esta crónica de arritmias

entiende que cuando la princesa
llora no florece el guisante ni mana
agua de las piedras ni somos menos pobres ni
cesa esta cruz atravesada en mis trastornos
de viernes y febrero

nuestra florencia renacida al frío

respiro sobre los cristales levantados
resistiendo
la imprecisión técnica de tantas
máscaras
empienzo a convertir
mis pulsaciones en una confluencia
única de sangre menstrual y líquido
cefalorraquídeo

yo pintaba cejas en los árboles y tenía
cuatro años y estaba sola bajo los columpios

ahora tengo los ojos hilvanados en un sueño de trigo
y van gogh
por eso recuerdo el calor impreciso de mi vientre
abierto sobre todas las mesas de mármol
y la necesaria disección de mis rendiciones, nervio
a nervio, el útero no puede ser un páramo

sobrevivir
a la angustia de no saber escribir mi nombre
con minúscula

pequeña gwendoline arrodillada en los extremos del río
pequeña gwendoline que vuelves a las cuatro de la mañana
y dejas la cocina regada de ginebra y
sangre porque
todavía
tienes miedo

en esta tensión callada del azufre, los trajes de oficinista
y el placer hipotecado a plazos
pretendo escribir hasta redimensionar cada grieta de las ventanas
se derrumbarán las ventanas de este edificio, de todos
los edificios y caerán los diques sobre las casas de los
fariseos y saldrán las mujeres a danzar en la arena
con las caderas desnudas
y el pubis pintado de verde y granate
habrá una X y una H y una B infinitas bajo
mis tobillos porque estas letras me parecen tan hermosas
como apretarte la mano cuando todo
está bien y nadie
entiende
por qué está bien
así
con esta sencillez de no hacerse daño
y dejar que sonrían los ojos

supongo que es tarde, que desvarío por la
necesidad de cafeína y de un tratado
profundo acerca del shibari o bondage japonés
que no termina de llegar a mi estación de 
correos, pero resulta incluso posible
cerrar los ojos y renunciar a las
fronteras azules de tu voz
tu voz que va cubriendo
las paredes las ventanas
la alteración exacta de los dedos buscándote
en mi vientre
violando la sonrisa vertical
que te arrancaría los labios si te descuidases un solo segundo
y que se derrama como un cáliz colmado
de tanta vida y tanta sed
respiramos la humedad selvática en una tentativa de
equilibro
imposible

imagina
las manos extendidas de una esclava
sobre tantos
tantos templos
y el apocalipsis oculto en un
breve
instante de éxtasis


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