viernes, 5 de marzo de 2010

El principio del fin

La primera vez, pero no la última. Su vida adquirió un sentido completamente diferente, que giraba en torno a él, la persona que señalaba su destino, que le ayudaba a mantenerse en pie y le había hecho descubrir lo que de humano existía en su interior. L olvidó que estaba frente a un asesino, e igualmente olvidó cuál era su misión o su deber, como si nada en el mundo alcanzase en importancia a lo que él sentía. Y nada lo alcanzaba. Nada superaba, ni superaría, al calor del sol abrazando ardientemente a la luna.
Tenía sentido. Su vida tenía sentido. Y él lo sabía, sabía el poder con el que contaba y que ejercía sobre el más grande de los investigadores que hubiese conocido el mundo, ahora un muchacho frágil entre sus brazos. Todo era nuevo para L, y daba igual cuántas veces él le besase o dejase que su aliento cosquillease su oído, L siempre lo sentía como algo novedoso, como un regalo del destino.
Pero, en el fondo, conocía la verdad. Por eso no se asustó, ni siquiera reaccionó, cuando él pronunció aquellas palabras, muy bajito, a su oído. Te mataré, L, te mataré. Te mataré porque si tú vives, yo muero... y si tú mueres, yo vivo. L ni siquiera se estremeció. Le miró con sus grandes ojos negros, sabiendo que quedaba mucho, o quizá muy poco, para el cumplimiento de aquellas palabras. Era consciente de que él anteponía su vida, sus ansias, sus intereses, a la suya, pero... ¿importaba acaso? Sólo él era capaz de otorgar un cierto sentido a su vida. Sólo él le completaba. Sólo él jugaba un papel protagonista en esa existencia que había dejado de pertenecerle en el mismo instante de su nacimiento, cuando su destino había sido sellado. No me mates, susurró en voz muy baja, no me mates porque te quiero, y quiero estar siempre contigo. Él sólo se rió. Y de nuevo se besaron, y sólo la luz titilante de la lámpara del fondo del despacho fue testigo de sus caricias, de aquel manjar compartido de última cena, de banquete antes del sacrificio.
L tuvo miedo. El terror se apoderó de su ser cuando supo que el momento estaba cerca. Y huyó, de sí mismo, de sus recuerdos, intentando mantener alejado de sí el dolor del recuerdo, arrancar a quien le había llenado de su interior, pero ya no sabía dónde acababa su alma y dónde empezaba la ajena. Huyó para preservar su vida, sabiendo que ni la más intensa de las carreras le serviría para huir del poder de él, no de su potestad para invocar la muerte a su antojo, sino de aquellas cadenas que él mismo había aceptado. Y ahora se hallaba allí, al pie de la estatua de mármol, empapado por la lluvia de diciembre y dejando que las espinas de las rosas se hundiesen en su piel. No importaba.
Algo en su interior había decidido. Carecía de importancia el hecho de que su razón le dijese con claridad que debía acabar con la amenaza, con el asesino, en cuanto tuviese oportunidad, pues L sabía que la muerte de él significaría la suya propia, una mucho más lenta y dolorosa, consumido en los recuerdos y en el vacío. E, igualmente, sabía que volvería esa noche al piso que compartían. Asumiría su papel de cordero sacrifical y la última noche, antes de que todo concluyese, no le recriminaría nada. Dejaría que le hiciese suyo y le besaría con igual pasión, escuchando sus palabras suaves en su oído y jugando con la ilusión de regresar a sus brazos apenas unas horas después. Si es lo que quieres, mátame. Porque te amo y nada me importa si no es tu camino, tu destino y tu felicidad. Porque tú me colmaste, me enseñaste lo que es la plenitud y llenaste mi vacío con tu calor. Porque sé que siempre te esperé, aún sin saberlo, y que nada queda si no eres tú. Por eso, Light Yagami, mátame. Y, con la ropa hecha jirones y el cabello revuelto, L emprendió el camino de regreso, cubierto de lluvia, helada su piel.


[¡Ya he terminado de postear este texto! Realmente pensaba hacerlo anoche, pero mi ordenador subsiste a las puertas de la muerte y no tenía ganas de empujarlo a un prematuro... ¿suicidio? Al menos el cutre fanfic ha servido para meterme otra vez el gusanillo de escribir ficción no demasiado literaria y lírica. A ver cuánto me dura...]

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