lunes, 28 de noviembre de 2011

Televisores y adoquines

Ya puestos
a que sepas algo
de mí,
podría decirte que hay
demasiadas
cosas que no tengo.
No tengo sentido del humor
y lo cierto
es que no me gustan las luces
ni los niños pequeños
ni las promesas
ni las manos cuando se cierran
sin apretarme.

Ocurre que
tengo la mente rota
y el aliento
perdido entre dos imágenes.
También tengo la sombra
de esta ciudad
clavada en las entrañas.
Espero que con eso baste.

Hace frío.
¿Sabes?
Me sorprende que no lo entiendas.
Debe ser cuestión
del aire o de los neones,
pero esta tarde
he llorado
por no poder devorar
su vientre profundo.
Hay tantas mujeres
con los pechos vueltos flor…

Sin embargo,
ahora
ocurre que te espero
en el borde de esta página
para ver si cosiendo tu nombre
o subordinando a esta coordenada cortante
cada una de tus palabras
se me pasa la fiebre.

Parece que no.

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