jueves, 8 de septiembre de 2011

Vigilias

I

Me da miedo el reflejo
de los neones
y sé,
desnuda,
que soy frágil bajo las luces.
Por eso te quiero así,
oscuro,
hecho de dos vientres
y dos sangres.
Por eso
Atropmi em on
ante sus voces
marchitas.
Cógeme, arrástrame, llévame
lejos de las calles desiertas
donde corro perseguida
por las hojas y los fantasmas,
donde mi pecado es el
revoloteo
rojo de las faldas y
las palabras ocultas.
Los ritos son necesarios.
Déjame soñar
la noche de mil cristales
a tus pies
de metal y arcilla.

II

Dormí
en el mar hecho de nieve,
los cadáveres flotan
y devoran en silencio los dedos
con la garganta abierta.
Yo tenía
un caballo,
una espada,
dos pedazos de metal
y el pecho
izquierdo
desnudo. Y
galopaba, porque se cerraba el mar
y se cerraban las nubes de nieve sobre mí.
No existía espejo,
ni aire,
ni máscara.
Mi rostro
era la sima rota
de los vacíos
que se enfrentan.
Yo besaba las plumas
verdes
de las aves
antes de arrancarles el corazón
y devorarlo.
Ni siquiera sabía respirar.

III

Pero se abrieron los cristales
y caí hacia lo alto.
El agua me marcaba de frío
y me lamía la piel
en círculos concretos.
El aire me acariciaba
la punta de las pestañas
rizadas
en mil ochocientas cincuenta y cuatro
vueltas.
Los espejos se escondían de oscuros.
Toqué la sombra cálida
y me corté los dedos.
Despacio.
Bebí mi sangre
que era la suya.
Bebí mi sangre
para salvarme, para salvarte,
para salvarnos a todos.
Porque yo me colgué de la cruz inmensa
con un clavo oxidado en cada mano.
Por tres días vi la luz
y por tres días le volví el rostro.
Y a los trece minutos resucité.

IV

Entonces cesó la angustia
de sueños
y el dolor
estalló con mil agujas
entre mis sienes.
El grito se hizo grulla
en el páramo violeta.
Era mi grito
y por eso te pertenecía.


Nota final: La imagen es una obra de Kush que me recuerda mucho a Dalí.

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