jueves, 1 de septiembre de 2011

Nocturno

Visita en esta noche a tu condenado a muerte
(El condenado a muerte, Jean Genet)

Soñé
que yacía en la encrucijada
donde laten cuatro castillos
y humean las ruinas
y las serpientes abiertas.
Soñé que me mordías entera
con los ojos vueltos del revés
y los cabellos haciendo torres
de coral y de sangre
y de vida y de cielo.
Pero me gusta el amarillo
y me gusta demasiado temblar
si sopla viento
y arañar el casco de los barcos
antes de que me cuelguen
por los tobillos
a las puertas de la muralla.
No tengo miedo.

Me corté dos dedos
de la mano izquierda
porque los sacrificios
son dulces en los picos de los
cormoranes.
Y dejé
que ellos me arrancaran
el pelo
mechón a mechón,
gota a gota
de sangre quieta
porque quería ser tu puta.

Soñé
que yacía en la encrucijada
con las manos atadas a los cuatro
puntos del viento
y que las nubes
cortantes
como de acero
me besaban los labios.

Mi sexo es una orquídea
húmeda.

Y no había silencio
ni gritos.
No había nada
porque yo no era nada
ni nadie.
Porque
yo
era tan sólo el pulso mantenido
que se desvanece y renace.

Soñé
que yacía en la encrucijada
con los ojos velados
y las manos atadas
a las cuatro señales
del viento.


Nota final: Esto debe leerse con Venus vina musica, de Corvus Corax a modo de fondo musical.

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