miércoles, 21 de septiembre de 2011

El péndulo

Me hago agua
y me derramo hacia dentro
para ser sangre.
Fuera llueve.
Fuera.

Desearía penetrarme
y romper las cuerdas de hueso
entre la escarcha
que abren cuatro violines.
Desearía dibujar
estrellas
en mis pechos
y besarlas
una y dos y cuatro,
y setecientas cinco
veces.

Mi infancia
es el soplo herido
de una sombra
que no pudo
ni puede ser.
Jamás.
Mi infancia es un juego
de soledades,
una condena a ciegas
al sepulcro y la muerte.

Pero me rebelé
y arañé las paredes de mármol
porque una uña tiene el valor
de los viejos elefantes.


Nota final: Pizarnik y el comienzo de curso tienen la culpa de esto. La foto es de mi adorada Lee Miller.

No hay comentarios:

Publicar un comentario