una mañana me levantaré
a las cinco menos cuarto
y cogeré un vuelo
a alemania
antes de subir al avión
me detendré en las escaleras
le escupiré
a una preciosa azafata
de kiel
en la boca
sacaré unas tijeras
que ningún control de metales
habrá sabido
detectar
con éxito
y me cortaré el pelo
al rape
seré tan meticulosa
como vlad tepes decidiendo la
inclinación
de los cuerpos empalados
seré tan meticulosa,
digo,
que me llamarán de corea
para comprobar
el estado de sus misiles
y los niños
del zaire
pasarán sus manitas
por mi piel
desnuda
en un signo de identificación
universal
con la alegría
luego subiré al avión
daré un beso largo
con lengua
a la azafata de kiel
y os diré adiós a todos
desde la puerta
(me veneraréis como se venera
a los presidentes
de este siglo
me convertiréis en outsider
me querréis tanto
como para lanzaros
frente al tren de aterrizaje
en un happening
que solo termina
con las vísceras
y el deshaucio
levantaré la mano
de pantocrátor bizantino
de mussolini
saludando
a sus masas
desde
el sagrado
púlpito
levantaré
la mano,
digo,
y os
bendeciré
a
todos
a
todos sin excepción
a los
muertos y a los vivos
a los
que vienen y a los que no van
a las
ventanas, a los perros, a las mañanas
sin
andamios, a los oficinistas
que
tan valientemente
darán
su vida
para
el cortejo rojo
de mis ruedas
y no seré
feliz)
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