miércoles, 11 de abril de 2012

TAC

me lastima hablar desde tan lejos y empaquetar cada una
de mis palabras por el pánico
a decir lo inconveniente
adornarlas con lazos y dibujar a cuchillo pequeños antifaces
de bilis y hueso podrido
sobre sus rostros llenos de letras como
esas mañanas en que despierto sin ser yo y el agua caliente
me recuerda que estoy viva y a veces estar viva es solo
sentir el dolor
reiterado
o espiral
en la curva del vientre y saber que faltan dos horas
para tumbarse en el asfalto y escuchar la contestación
inapelable de la tierra evitando
mis ausencias
y abandonándome en la sala de azulejos a medio romperse
donde leer el periódico es condenarse, pedir la palabra es condenarse,
abandonar la silla por un segundo es condenarse
a la espera narcisista junto a las ventanas
de doble ala y espejo

no puedo contarte que las vías vibran en mis venas ni
debo decirte que a veces
lloro
en los baños de los hospitales porque me gustaría
que estuvieses ahí cogiéndome
la mano
cuando los periódicos se levantan sobre sus bigotes y las planchas de metal
me hunden los pechos y tú sabes
que nunca he querido ser una señorita y que ni siquiera
he aspirado a convertirme en una mujer
pero sí me he visto obligada, dolorosamente
impelida a explicarte que se me rompe la tráquea si ellos
buscan las diminutas raíces del grito en el coágulo de sensaciones
si ellos me desgarran los nervios

y dime si es justo que yo no pueda encontrarme
en los cristales
antes de caer con la pulpa de los antebrazos abierta
para que aniden los pájaros, y es cierto que a veces
imagino el contraste azul recorriendo en paro
cardíaco
los pequeños capilares que me configuran

y entonces
me convierto en una niña a la que alguien ha abandonado
en todas las estaciones de metro de este mundo
varias veces
con las manos esposadas a la vía
y podría soltarme y correr
libre desnuda en una explosión de sangre y lirios
por todas las habitaciones de esta cárcel blanca
pero no lo hago
espero quieta al tren que arrolle la inexactitud
de mis versos
y ofrezco mi aceptación
a los jugadores que hurgan mis arterias marchitas
ellos fuerzan mis caderas contra el barro
dicen que hay veneno escondido debajo de la piel y que la deformidad evidente
de las vísceras justifica su sentencia a treinta años
de ácido y agujas y papeles y archivos
y yo no sé cómo explicarles que estoy viva

que estoy viva

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho, la metáfora de la niña abandonada en el metro es simplemente genial, como el resto del poema. Enhorabuena :)
    No he podido evitar fijarme en la frase que aparece en el lateral de tu blog: "El narcisismo es el clímax de las muertes plásticas. El narcisismo es un orgasmo". ¡Me encanta!

    ResponderEliminar
  2. De maior quero ser coma ti. Ou todo o que me poda aproximar. E maldito talento o teu, adóroo e envéxoo ao tempo. É absolutamente perfecto.

    P.S. E as nenas abandoadas son sempre as mellores e máis bonitas, que o saibas. (:

    ResponderEliminar