lunes, 9 de abril de 2012

apnea

por qué busco
posibilidades de asfixia en cada golpe
que me impulsa hacia lo profundo de mí y me reduce a arena
elástica
me desdoblo para encogerme sobre mi cuerpo y vacío
despacio los pulmones cuando toco profundo
y si entonces yo abriese la boca relajase la garganta y aspirase, me hundiría
en el olor amargo del yodo
mi cuerpo se expandiría pesado bajo la necesaria
línea de flotación que nos arrastra a la orilla

yo no quiero morir pero tampoco quiero
salir del agua que me acoge como una madre y sube
por mis piernas señalando un camino de diminutas espinas,
se me rompen los tobillos por la extrema necesidad
de encontrar petequias bajo los antebrazos
porque yo soy
yo
y no sé escribir mi nombre con mayúscula
ni sé cuántos pájaros se esconden debajo del esternón
pero sí sé doblar la cuadratura perfecta
de mis sueños

hoy es el día del silencio y hay una hoja de ciprés prendida en cada
erizo
voy por esta noche rompiendo las bocas de incendios para que nadie pueda apagar
la hoguera con la que llamo a tu voz
desde nuestra atalaya de ahogados

hago con la desesperanza un nudo prieto y lo arrojo a los marineros
nadie tiene nombre en los caminos de arena

me hace falta la dosis justa
de hipérbole para inyectar oxígeno a estos versos y volverlos
un juego sólido de promesas sobre el que edificarme
pero me disuelvo como un pedazo de papel húmedo hasta el instante-secuencia en que
corto la barrera discontinua, la que me separa de mí
y dejo de escuchar(os)

desactivo los resortes corporales que me mantienen sometida y
afirmo tus ojos abiertos bajo
las goteras que anegan esta cáscara de nuez,
las nubes se derraman en sangre a contraluz y si
quiero acometer mi bautismo
en el límite de la cordura es
porque tengo navajas entre las sienes

los veinte segundos son el reloj que me empuja fuera del
útero imposible en el que me encojo y decido
no respirar


sí, claro que he vuelto al agua

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