Pero llegaste tú. Llegaste tú y los soles temblaron un instante, oscuros de luz y de certidumbre. Llegaste tú y amainó el viento, y rugieron las sales vírgenes en los mares contrarios. Llegaste tú y se elevó del mundo entero un grito, que no era ya silencio ni ausencia, sino rosas rasgadas y enrojecidas por tus besos. Llegaste tú y se abrieron las siete puertas de los siete palacios, y se postraron ante ti los dioses en el suelo, con las ropas rasgadas y las cadenas brillantes. Llegaste tú y alzó el brazo Amor Victorioso, y lloraron las plañideras frentes a las tumbas de los héroes vacíos, y vino de las nubes un canto de alondras y riachuelos vivos.
Llegaste tú y rendiste los muros de la ciudadela, y con las manos desnudas, sin escudo ni espada, te aventuraste en las sendas. Serpenteaste entre negruras y rojizas umbrías, con un susurro de violetas en tu oído y una guirnalda de lirios enredada en tus muslos de náyade. Era tu voz como mil cascadas de agua rotas entre las piedras, tejidas de vida y de anhelo. Me arrastraste a las viejas hojas de primavera, entre mil iris oscuros. Y arrancaste de mi espíritu el grito.
Tú sí que eres increíble. Pedazo entrada, me encanta... Pero no tanto como tú.
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