sábado, 13 de noviembre de 2010

Agua

Ella no ve las luces encendidas a ambos lados de la carretera, ni escucha el sonido distante de los coches. Camina, la calle desierta, los viandantes acurrucados como palomas que no son de paz bajo los arcos, el fulgor estelar oculto por el veneno y la culpa. Tiembla el hielo entre la hiedra y las flores blancas, semejantes a las que cubren las tumbas de los desventurados. Ella camina, sin ver más allá que la sombra oscura a la que traicioneramente se llama senda, sin sentir otra cosa que las gotas de lluvia estrellarse rítmicamente contra su piel. Aprieta los brazos contra su pecho, sosteniendo un bulto, como una adúltera que en tiempos antiguos llevase consigo al prohibido fruto de su vientre para abandonarlo a las puertas de un orfanato. Y, sin embargo, compara la extensión de sus dedos a las armas de los lirios y conoce las curvas del desierto yermo que cobija y que la anega con sus tormentas eternas. No puede hacer nada. Tan sólo asfixiarse lentamente en el temblor de las ciudades quebradas. Camina. Un paso, dos, tres. Y ahora son cuatro. Casi corre.
No es una princesa de los tiempos modernos, no es una adúltera engrandecida entre letras escarlatas, no es un juguete en manos del destino. Es una mujer. De carne y de agua, pero sobre todo de nieve y frío. Mírala. Presta atención a su paso firme y a la decisión con la que sus botas militares golpean el suelo en armonías contrarias. Te lo dice. Te dice claramente que no tienes lugar en su vida, porque ella misma ha conseguido expulsarse de su alma. Buscas contornos dulces, y ella sólo conoce espinas. Buscas amor, y ella sólo puede darte el pulso eterno de las rosas. Buscas ídolos, y ella apenas alberga la crueldad indefinible de su existencia humana. Mas no desistas. No temas el brillo peligroso del cuero de su chaqueta, ni juzgues las marcas aceradas en su cuello. No sabes lo que significan. ¿Acaso conoces una sola de las respiraciones de su espíritu? Es dueña de sí misma y no conoce propiedad más allá de las paredes de su cuerpo, que es uno con la historia y con el mundo. Bebe de sus senos leche amarga, y sangre, y miel, y devora su carne en el paroxismo último del rito y de lo irracional. Márchate luego, pues tú no comprendes su camino. Tú no entiendes el porqué de sus pasos agitados allá donde nadie camina, su necesidad de olvidar los paraguas y las barreras, su mirada ávida de romper beso a beso el tejido de la existencia.
Yo conozco su secreto. Sé lo que cobijan sus brazos temblorosos, helados por la lluvia, rígidos como los de un cadáver. Lleva consigo una cámara fotográfica que perteneció a su padre, un libro de relatos de Wilde, un cuaderno lleno de palabras ilegibles y una grabadora para buscar las voces de las mariposas. No puede permitir que la lluvia toque la sola superficie de estos objetos; no son dignos. Viven como emisarios, mensajeros prohibidos entre la trascendencia y sus débiles suspiros humanos. Es ella quien debe recibir la violencia blanca del agua. Y así lo hace: la frente desnuda, las manos pálidas, los labios curvados en una sonrisa vacía de significado. Camina, corre, grita en silencio, mata. Y, así, es arrastrada por el suicida impulso que obliga a abrazar la vida.


Nota final: Escribí este texto en un estado de ánimo extrañamente vivo, tras una caminata deseada bajo la lluvia, con el cabello empapado y las calles en efecto desiertas. Supongo que es una proyección, una ensoñación, o un ensayo de lo que voy a llamar visiones breves. Es un pedacito de vida, en todo caso. La fotografía, por cierto, fue tomada en marzo de este año, durante mi última visita a Santiago, cuando todavía había agua. Y ya cantaba Vegas... Pero qué mal, Nacho, has vuelto a hacerlo mal. Era un juego y ahora es real.

1 comentario:

  1. Dios, que sepas que me encanta el relato, tendrás que venir a Santiago para inspirarte más! :) Tuve un problema con tu blog, verás, cuando veía que actualizabas te confundí con un amigo que tenía "rosas de cristal" y cuando vi lo de quebradas me pareció extraño y vine a verlo y me di cuenta de que eras tú, si es que soy idiota! Ahora tengo que leerme lo que has escrito porque he pasado olímpicamente y esto me encanta. A ver si tengo tiempo mañana y me lo leo del tirón :)
    Un besazo enanaa!

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