domingo, 12 de enero de 2014

guantes de látex

tenía los ojos de muchas mujeres
apoyados
en el alféizar
sangre en pirámides simétricas
humedeciendo
un camino hacia el cristal
levemente húmedo
pero tan seco
de palabras

las miré a todas
supuse que debía decir algo
tenía mucho que decir
y no dije nada
porque hay pocas cosas mejores
que no reconocerse
en un espejo
distorsionado
decir
no
aprender a decir
no
eso no soy yo
esa no soy yo
esas no soy yo

he ido extrayendo las pupilas
con precisión quirúrgica
la asepsia de los guantes
el látex blanquísimo
y la diferencia
entre mirar y ver,
la vieja letanía
de mirar y ver
es cierta

no vi lo que quise ver
y vi todo lo que no podía
lo que no necesitaba ver
de mí

no sé usar metáforas que extralimiten mis emociones
no sé enmarcarme
ni desmarcarme de mis palabras

es necesario haber sentido muy poco
para creer que una puede volverse
roma

no estoy segura de manejarlo todo
ni de haber sido nunca
la mujer poderosa
y consciente
en la que te refugias
pero conozco la distancia
mínima
entre experimentar
y expresar

durante la ducha
pensé en los cinco puntos
que me he restado a la piel
una herida abierta a bisturí
sigue siendo una herida
una herida quirúrgica
y aséptica
se cura con el mar
y la expongo al mar
con esta violencia
que tanta gente
ha entendido
antes

[soy plenamente consciente
de mi unicidad
no-única
es decir
de mi reiterada
falta de repetición]

tomar las manos de tanta gente
guiarlas por mi piel
enseñarles los rincones
que me modelan
ir al mar
nadar con ellos
en el líquido amniótico
de mi existencia primera
no volver nunca
a lo que ha sido
ni a lo que será
mañana

es inevitable reconocer
el dolor
como una emoción ramificada
expresiva
que se inicia en algún punto bajo los ojos
y se mueve hacia abajo
hasta reventar las vértebras

[esta profusión del yo
que no sale
de mí]

tengo las manos limpias
incluso si no soy capaz
de sujetarme
sobre ti

siempre he preferido
la piel al látex
que nos protege
del dolor azul

el látex
es una ficción
análoga
a los finales felices de hollywood
a los besos de tornillo en el espejo
a las relaciones que nos imponemos
por no saber hablar
de cuánto nos adoramos
a nosotros mismos
y cuánto miedo
tenemos
a ser reemplazados

me limpio
mi herida de mar
tres veces al día
con yodo
y una sonrisa
en la cara


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