sábado, 22 de septiembre de 2012

ballenas


lista de la compra:

hoy abrimos las ventanas como si fuese
abril

mi cajera favorita lleva el cristo
crucificado
en la boca y dalí siempre bendice
a los terneros, un escorzo
que deshace la concatenación
universal
de las palabras

nací
encogida sobre mi epicentro
cubierta de líquido amniótico denso
y suave
olía exactamente
igual que mi casa a las tres de la mañana
con dos cervezas
(berliner o heineken)
y trinidad rompiendo la cabeza de muchos mormones,
jodidos mormones que nunca han hecho daño
a nadie y que quizá por eso se merecen la muerte, pero mira
ahí vienen los burgueses
ultracapitalistas y yo doy un trago a la cerveza
te miro y bebo te miro y bebo
te miro y bebo;
quizá cuando aún no había abierto
los ojos
por primera vez
(el momento determinante de mi existencia
en el que todas las células decidieron
tomar aire
en un nanosegundo
industrial)
entonces
desconocía el significado
preciso de soñar tu muerte de muchas
maneras y sentir un vacío
crónico
cóncavo
íntimo
en las costillas al saber que estabas muy cerca
y yo muy lejos
ahora
mientras me envías mensajes torpes o rompes
las señales de humo
ahora
me acuerdo de ti en esta habitación de hospital
nazi
y dibujo ballenas grandes y azules, ballenas
jorobadas y blancas como
granos de arena por tus
pies cansados
dibujo
ballenas en el hueco de las uñas y les construyo
una casa con rocas enormes para que mueran en silencio
sin recordar
su propia existencia

(las ballenas del discovery
también me hacían llorar)

todos los oficinistas bailan al ritmo
de una chacona

nunca volveré a tener
cuatro años, nunca
volveré a vivir el 1998 como una esperanza
convexa
hundiendo la vía láctea, me despierto
húmeda y necesito matar a todos
los fantasmas
que roban voces

los gusanos
se deslizan tras los ojos de mi cajera
favorita y usurpan
sus labios de caucásica normativa, uno
setenta y pelo dentro de los márgenes
estereotípicos de los poemas, algo como cobrizo
o dorado, a veces solo sé
dibujar las golondrinas sobre sus pechos y me da por pensar
que estoy más sola
o menos sola en esta ciudad de piedra
y es una sensación muy extraña la de cambiar
cuando todo y nada
cambia a mi alrededor, el capitán
ha muerto
y no habrá funeral, sobran las palabras
porque falta el valor para trenzarle las venas
con flores e ir celebrando
simposios en su honor, yo no quiero
recordar lo que sigue existiendo
y vuelvo a casa en momentos
de luna por si es demasiado
pronto
o demasiado
tarde

(mi cajera favorita me cobra las cervezas
se equivoca con el cambio y está bien así, está bien el aire
fresco en la nariz y la oscuridad sobre los montes

llamas para decirme
que los jubilados alemanes encabezan la lista de cuerpos
diseccionados en las facultades de andalucía
y yo te cuento que estoy respirando, que soy feliz así, capitán
que soy feliz
aquí
así
que soy feliz
aquí)

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