viernes, 28 de septiembre de 2012

azul


Suspendo en la vida este libro, quiero que sea mordido por
las cosas exteriores.

Artaud

sobre el frío, la hierba
y el agua clavando agujas

los huesos
soportan menos cuarenta y siete
grados antes de quebrarse

las luces del hospital
nazi como un caleidoscopio
de dolor
azul

(látigo es una palabra terrible
que no cabe
en un
solo

ver-
so

dame
las espuelas y un puñado de dólares
para levantar la mañana
que no quiere despertarse

dame las espuelas y este silencio

el páramo)

ahora mismo
no existe el tiempo y esta es una de esas
frases imbéciles
que los imbéciles
(como yo)
escriben en los grandes
poemas, pero
es cierto, ha ocurrido algo maravilloso
y ahora mismo no existe el tiempo
o yo
en mi singularidad
irrepetible
me he sustraído al tiempo y os miro
a todos desde el tejado de mi hospital
nazi
las botas hasta medio muslo, imagínalo
como una película
de serie z
donde tengo un alien
escondido
bajo las clavículas

el derecho absoluto
a la incoherencia
(y lo ejerzo)

entonces rent y el asco en cada célula,
el rechazo
terminal a la vida y ese temor
sordo
el nacimiento
el sinsentido
y mis labios sorbiendo
la leche que me mantuvo
viva
el olor, el vientre materno
la gloria
de la leche que me mantuvo y me mantiene
viva
rent y el asco:
jamás he estado tan cerca de hacer el amor
con un personaje
de libro

(pero rent existe
porque
me aterra si cierro
los ojos
y respira entre las paredes
de mi cráneo

no respira

respira)

evito leer a artaud cuando escribe sobre las mujeres
y me duele si habla de las palabras
me duele porque mi cerebro funciona así
tejido sobre tejido, las costuras grotescas
que no cubren, que no pueden
cubrir la enfermedad
y esa inexactitud
las palabras escondidas
mis intentos
de ser
simple y las desesperación
demasiada
desesperación

la estantería no existe
mi coca-cola light no existe
la nevera no existe
el libro de artaud no existe
buda buda
BU-DA

(guardo agua para dar de beber
a un ejército
de leprosos con preposiciones
hundidas
en las llagas)

desde el tejado de mi hospital
nazi
sois hormigas diminutas y yo no puedo
demostrar mi existencia
y no me importa, si te hablo
de las avestruces
o del blanco es porque tú sabes
mucho mejor que yo
lo que llevo debajo de la piel
cuando las vías
vibran en las venas
a dos centímetros debajo de la piel

(y sé que no tienes miedo)

si soy mujer-coraza, si he pasado
media vida delimitando
el campo de batalla
ahora que existo sobre las estrellas
es decir
con la cabeza aplastada en el barro
ahora
que el tiempo no significa
tengo palabras simples
para gritar lo que quiero
gritar
porque mi mejor poema
es el silencio, 
las manos
extendidas y el silencio en una espiral
de acoplarse con los miembros pesados
ligeros
volver a casa
cuando la casa viaja entre mis costillas
y la punta
de tus dedos

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