sábado, 18 de agosto de 2012

(meta)física

me gusta mi cuerpo

reverencio la curva exacta del vientre
y la fuerza de los músculos
tensando la piel
los músculos
que me dejan levantarme
cada mañana,
escondo fibras tan sensibles
en cada punto
del cuello que tardarías
una eternidad
en iniciar el mapa
y ahora
de pie frente al espejo
reconozco que mi sexo
es
hermoso
con vello y sin
vello, los dioses
hicieron algo maravilloso
cuando crearon
la inexactitud
del clítoris

las uñas parecen metacrilato extendido
y en los ojos leo
palabras en morse,
mis pies no me sostienen
más allá de sus puntas
y aún así veo el horizonte infinito
de la cabellera resbalando
por los hombros:
nací hace dos años o dos siglos
con el pelo tan rizado
como el deseo que alimenta las venas
y configura
noches a gritos
(toda esta desesperación
de no tenerme)

podría pasar horas así
frente al espejo
desdibujando
los extremos
de las costillas o rompiendo
uno a uno los tendones
que me atan
a este instante-lugar

los brazos pueden dibujar
una utopía de estrellas
sobre el mar
o sostener los bordes
de la elipsis
derramándose

tengo dos marcas circulares
en el muslo derecho
un lunar bajo el pezón
y cicatrices en los tobillos
que se parecen a una luna
estriada

si hace frío
las pupilas se estrechan
y el iris se vuelve
dinámico
un crisol
abierto sobre la rótula

ahora
frente al espejo
descubro la irregularidad
de la piel y las sombras
que el sol ha olvidado
en desorden uniforme
sobre mi espalda,
un camino de pirita
(las vértebras)
hacia el equinoccio de la cintura

en algún lugar de esta habitación
suena una viola
triste
y a mí me gusta
mi cuerpo
cuando el amanecer lo rasga
por la mitad  

(pero aquí
a apenas trece metros hacia el interior del árbol
donde el tiempo fluye sin interrupciones
y la perfección cíclica de las hojas
niega la angustia
aquí
los minutos son horas que no pesan
y veo arder el sol como quien celebra
un holocausto de silencios)

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