viernes, 4 de mayo de 2012

fresco con fondo amarillo


ella era el número siete escrito con letras
rojas en todas las fachadas
se recogía el pelo para construir torres azules y cuando abría
los labios arrancaba sonrisas
muy tristes y
hermosas

el ojo izquierdo se deshace en diminutas
arañas

ella tiene todo el cuerpo marcado con infinitesimales
ecuaciones de vidas que no vivirá

a veces llora sobre los puentes porque no se atreve a elegir los
cincuenta y cinco segundos necesarios
(hipoxia)

ella tiene los pulmones negros de tantas
tantas horas bebiendo sangre y nicotina, el humo
es la estructura inversa de sus latidos y vivir de arritmia en
arritmia
no es vivir ni lo será nunca

él era una piedra enorme y resistente, aplastada hasta la
extenuación por la rueda
que gira y gira,
y otra vuelta a la noria

como no sabía dibujar bien, pintaba siempre con cuchillos
de hoja ancha
y así aprendió que no hace falta cuidar de las cosas
pequeñas

él tiene una enorme herida en el rostro y sus
dientes de acero van masticando el canal de la arteria, bordeando las costuras
de la última visita al quirófano
de todas las visitas al quirófano, él guarda tres medallas junto a la
pistola
y una de ellas está escrita en la lengua de los
supervivientes

ella no sabe cortar cada invisible hebra de hilo que se enreda en sus muslos
y el nylon va segando la piel, de modo que a veces se derrama en sangre
roja
los que la vemos en este maravilloso picado desde los
aviones
descubrimos un rito de la fertilidad primitivo y
auténtico
ella habla del asco y las vísceras secas

ella tiene miedo del miedo y además teme a los
perros los pacifistas los aviones los extranjeros las lesbianas los críticos
y en especial a
sí misma

dice no albergar sentimientos y es verdad que esconde minúsculos
cristales de llanto bajo el esternón

por eso no duerme
(tiene tanto
tanto frío)

como el silencio

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