viernes, 8 de enero de 2010

Escribo

Escribo. Esta es mi única seguridad, mi espada, mi baluarte para defenderme de mí misma y de mi miedo. ¿Para qué pedir socorro, si comprendo que no seré oída? ¿Por qué desesperar, si el fin se halla tan próximo que lo siento ya sobre mi piel, helándome el corazón y partiéndolo en pedazos, como se rompe una frágil figura de cristal que cae al suelo?

Y es a ti a quien escribo, a mi querido Nadie. Sí, a ti. A ti, a quien nunca conocí ni esperé conocer. A ti, que pasaste por mi vida, y en quien no reparé. A ti, persona con la que quizá me crucé en una calle, una esquina, un recoveco de mi existencia y cuyos rasgos soy incapaz de perfilar. A ti, que caminaste junto a mí sin hacerlo a mi lado. A ti, compañero invisible de periplo en este mundo que ni tú ni yo comprendemos totalmente. A ti, que vives y sientes como yo, pero de un modo diferente. A ti, a quien quizá nunca hubiera llegado a comprender. A ti, que nunca leerás esto. A ti, seas quien seas, vivas donde vivas, creas en lo que creas. A ti, destinatario de mis últimas palabras, testigo ciego de mi fin, compañero en estos instantes de agonía. No me olvides.



[Extracto de mi
Carta a Nemo, texto sobre el fin, la muerte y la sinrazón de la existencia. Nemo, en latín, significa nadie]

Fotografía tomada por Peter el nueve de abril de 2009.

2 comentarios:

  1. ¡Ya no me acordaba de aquel día! Ains, tengo ganas de verte más a menudo ~~

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  2. Es verdad... A ver si de ahora en adelante te veo con más frecuencia.
    Besos!

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