la habitación, mis costillas
diseñar una armonía
diatónica
y esta manía del café
a las cinco cuarenta y siete
de la mañana, esta manía
de no dormir y el frío
perfilando
los huesos
por esta manía de no dormir
en las ventanas, de ser
todas las noches
(incluso esta noche)
un gato
sin uñas sin pelo: un ojo
medio rasgado
cuando los ojos han visto mucho
y detrás de la frente
solo existe
un océano lento
de palabras
descubriendo caminos
levantando la piel
perforando la boca
en un crisol
maravilloso
el gato crece siempre a golpes
muy recios
en el lomo
y nunca puedes estar seguro
de que se ha hecho
mayor y de que ya no necesita
esconderse
en el armario
con el orgullo
un poco herido
porque las casas nuevas
huelen extraño y también
los gatos tienen
miedo
(puedo detenerme solo
cuarenta y siete
segundos
para precisar
pero el gato se queda inmóvil
debajo de las sábanas
hasta el café
de las cinco cuarenta
y siete
(tengo mucho sueño
leer a sade porque nadie entiende
a sade y a todo el mundo
le encanta hablar de sade
yo tampoco estoy segura
de entender a sade
pero sé que le gustaba ser libre
y a mí también
me gusta
ser
libre, y a los gatos,
a ellos les encanta la ventana
y también les gusta
que les acaricies la piel
detrás de las orejas
justo ahí, el invierno, rasgar el frío
como una sinfonía en espiral:
la lluvia
ametrallando
los labios
y trouille
tenía razón)
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