Un látigo hecho con los estambres de una orquídea
El público, F. G. Lorca
Confieso haberme encontrado en tus ojos.
Confieso haberme visto
tejida de negros y verdes,
universo sin estrellas,
escapista de sueños
y de luces.
Confieso haber delirado tu voz
y buscado tus manos en la quietud
de unas sábanas que te recuerdan
y dibujan, ciegas,
tus contornos oscuros.
Confieso haber descubierto
la naturaleza abstracta
del latido
en la profundidad
sin abismo ni sima
-vientre de luna,
flor de muchacho-.
Confieso haber destruido
en tu nombre.
Confieso haber matado e
insuflado vida
en labios yertos y pétalos iguales.
Confieso haberte pintado en los cristales
de los viejos autobuses
y las aceras abiertas.
Confieso haberte adorado
frente a los puentes de hielo
y las puertas
que se escarchan.
Agonía de estatuas.
Ni mármol ni estrellas.
Ni aire, ni aliento, ni sangre.
Confieso haberme encontrado en tus ojos.
Confieso la vida tenue, y el ansia, y la esperanza.
Confieso los soles enfrentados.
Vientre de luna,
flor de muchacho.
Me confieso.
Nota final: Impulso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario