viernes, 9 de julio de 2010

Cólera de Césares

El hombre pálido, a lo largo de los céspedes floridos,
camina, vestido de negro, con el cigarro en los dientes:
El hombre pálido piensa en las flores de las Tullerías
-Y a veces sus apagados ojos tienen miradas ardientes.

El Emperador está borracho de sus veinte años de orgía
y se dice: 'Voy a soplarle a la libertad
muy suavemente, lo mismo que a una vela'.
¡La libertad revivió! ¡Él se sintió extenuado!

¡Está conmovido! -Oh, ¿qué nombre en sus mudos labios
se estremece? ¿Qué lamento impecable le remuerde?
Nunca lo sabrá. El Emperador tiene la mirada muerta.

Piensa acaso de nuevo en el compadre de las gafas...
-Y contempla escaparse de su cigarro encendido,
como en las noches de Saint-Cloud, una fina nube azul.

[Arthur Rimbaud]


Por alguna razón que desconozco, este poema me estremece, me eleva a la euforia, me arrastra a la melancolía y me acaricia en una espiral decadente hasta un punto que no sabría definir con claridad. Son los versos del autor francés que me han fascinado de una manera más clara, y contra eso no existe cosa alguna que pueda hacer o pretextar.

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