jueves, 21 de febrero de 2013

la neige


era todo el silencio
todo el palacio del zar
sobre nuestras cabezas
tenías la cintura brevísima
un ala de ciego y yo te lamía
los ojos mientras girábamos
y girábamos
sobre la tumba triste
de pedro primero el grande
que ni era primero
ni era grande

tenías la cintura brevísima
y cuatro pájaros
en la lengua

a cada vuelta
sujetaba tu cintura brevísima
y te levantaba
voilà!
en el aire de cristal y titanio
tus faldas eran un crisol
maravilloso
cristales de la estepa bajo los últimos
filamentos nerviosos
el neocórtex como la metáfora
absoluta
y tú no sabías, no decías
nada
los fusiles, un aura
de heroína en el bronx
mientras rompíamos el invierno
ruso y tolstoi nos ofrecía
palabras y las palabras
eran un acelerador de partículas
para dataciones ams
y terminamos allí

[alexanderplatz se mueve
tan rápido
como tus pupilas]

tú seguías teniendo la cintura
tan breve
y yo te levantaba
y girábamos
apretando con fuerza los tacones
contra el rostro
de pedro primero el grande

(que no era
que no pudo ser
grande)

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