domingo, 16 de enero de 2011

Porque es cierto, Alois: quieras o no, la vida te da sorpresas. A la vuelta de una esquina, entre los huesos rotos de las rosas, a los pies de la estatua de piedra. En el susurro silente y sumiso del aire. En el último canto del pájaro que cae frente al sol. En un juego decadentista. Rimbaud y Verlaine no se equivocaron. Y se amaron hasta apurar el último delirio.
Nunca digas nunca. Que si este cáliz no es para ti, que si los lirios amenazan con espadas encendidas, que si rompen las olas en un mar que ya no es el tuyo. Nunca digas nunca. Que si no puedes ni sabes querer, que si ése no es tu sitio, que si no hay rosas húmedas para ti. ¿Me oyes, Alois? Nunca digas nunca.
Porque algo ha gritado que siempre. Alguien ha dicho que sientes. ¿Puedes mentir ahora? ¿Pues clavar tus adoradas esquirlas de sol y castigo ahora?
No, no puedes.
Porque sabes y quieres saber, porque puedes y quieres poder, porque sientes y quieres sentir que ella.

Que Ella.

1 comentario:

  1. Jopeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
    Qué bonito.
    Sabes que yo siempre voy a estar aquí. Para todo. Eres lo mejor que me ha pasado NUNCA, nunca, lo estás leyendo bien? Nunca.
    Tú eres ese Ella de quien siempre quise hablar. De quien siempre quise escribir, con quien siempre quise soñar que estaba a mi lado. Tú eres quien imaginé que me haría feliz. Tú tú tú tú. Tú eres ELLA. Con mayúsculas todas las letras...
    Y Te quiero.

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