
Sin embargo, puedo decir que suelo cumplir esta clase de propósitos, en general porque me planteo metas y sueños reales, siempre un poco por encima. No es cuestión de utopías, sino de desear cambiar realmente algo. Ahí van mis ideas realistas y surrealistas.
~Aprender a ser mejor persona. No me considero una mala persona, no nos confundamos, pero evidentemente todo en esta vida puede discurrir un positivo camino hacia delante.
~Mejorar mi manera de escribir. Quiero moverme en otros lenguajes, sin tanta adjetivación y juego romanticista, sin esas reminiscencias más que claras de determinados grandes escritores que, aunque fantásticos, me hacen desear algo nuevo.
~Practicar un poco más de deporte... y que esta idea no caiga en el roto saco de mis deseos perdidos. Aparte de la estática ciudad adelante, quiero empezar a correr, a nadar... o cualquier cosa que se le parezca. Creo que retomaré este segundo deporte.
~Adelgazar unos cuantos kilos más.
~Empezar a realizar alguna clase de voluntariado, especialmente ayudando a ancianos o a personas con discapacidades. Superar mi pánico -alias repulsión- a los niños pequeños sería un objetivo utópico.
~Conseguir una camiseta de Love of Lesbian y otra de Depeche Mode para aplacar mi cada vez mayor obsesión con ambos grupos... aún sabiendo que reducir dicha obsesión será tarea imposible.
~Mejorar mi modo de tocar la guitarra, ahora que he retomado el instrumento.
~Continuar sin vagancias de por medio mi curso amateur de fotografía, ya que tendré en breves mi sueño de cámara.
~Estudiar lo suficiente para conseguir el First de Cambridge de una vez, que no puede ser permitir que pasen los meses tan vacíos.
~Acudir al Salón del Manga al fin, dejando la vergüenza por la idea de no encajar de lado. En ese hilo, hacer cosplay de algún personaje yuri o de Saint Seiya.
~Continuar mi mejora de mis habilidades en cuanto a inteligencia emocional, que ya están siendo adquiridas. Esforzarme a la hora de, aún pese a estar convirtiéndome en una persona más dura, no dejar por ello mi sensibilidad a aquello que debo de ser sensible a un lado... ¿adónde iría ese Lorca que aún sigue vivo entonces?
~Disfrazarme del protagonista de La Naranja Mecánica en Carnaval y aprender a realizar sus gestos, además de una parte del guión de la película.
~Mejorar la relación con la familia, aunque sea un poco.
~Enamorarme otra vez, pero en esta ocasión sin demasiados dolores y sabores agridulces, sin términos medios. ¿Exijo demasiado? Ah, estamos terminando el año...
~Hacer una pequeña peregrinación a Santiago. No se trata de motivos religiosos, sino más bien filosóficos, un deseo de reflexionar, aprender sobre mí, probarme y completar un camino con todo lo que eso significa.
~Hablar mejor el gallego y aprender un poco de italiano, esto último simplemente imprescindible.
~Tomar una decisión más o menos clara acerca de lo que haré en un futuro, sin tomar en cuenta las tonterías que suelo escuchar acerca del mundo de las Letras o del Ejército.
~Comprender que cada día es diferente al anterior, pero que todos ellos son hermosos. Carpe diem, disfrutar del instante, el momento, el segundo, y entender al fin que los seres humanos somos tan sólo un quejido de gacela en la eternidad del Tiempo.
~Leer Ulises, de James Joyce, y celebrar en junio Bloomsday en toda regla.
~Mejorar mis calificaciones, mi capacidad de reflexión y de atención, y todo ese etcétera fácilmente imaginable.
~Dominar el alfabeto griego antiguo a la perfección antes de junio. Y reitero: dominar, no conocer a medias.
~Leer de una vez buenos libros de psicología, preferentemente los que se manejan en dicha carrera, quizá para atormentar a posible psicoanalizados y motivar que un enfadado Freud decida volver de la tumba.
~Fundar -de una vez- la Generación del 2010, siempre y cuando existan más de dos miembros.
~Convencer a mis padres para viajar de nuevo a Roma o, en su defecto, a Madrid.
~Reír con más frecuencia, encontrar el lado divertido de la existencia y, esto resulta imprescindible, abandonar la inestabilidad emocional, algo que poco a poco voy consiguiendo.
Sin más, toca despedirse, que no es ocasión para largos escritos. ¡Feliz 2010!